Palmeras,
piedra y arena, se intuye el desierto, pero antes de llegar al
Sahara, debemos detenernos en Rissani.
Rissani es
una población histórica situada en el borde del desierto de Sahara,
una encrucijada frecuentada por viajeros de todo tiempo y lugar.
Risani antesala del desierto es un lugar de paso donde convergen
diferentes grupos étnicos. Aquí viven personas de diferente origen;
árabes, bereberes, nómadas y tuaregs. Muchos viven aquí del
comercio de dátiles.
En un bazar
conseguimos comprar ropa para ataviarnos como los habitantes del
desierto. Donde fueres haz lo que vieres. Aquí se encuentran
occidentales en busca de un poco de aventura y romanticismo con
bereberes, tuaregs y árabes.
Desde hace
siglos Rissani es un lugar de paso obligado para los que vienen y los
que van al desierto del Sahara.
Rissani,
antigua Sijilmassa, es un lugar de paso obligado, una ciudad
caravanera, con una vocación eminentemente comercial. Antiguamente
fue centro caravanero. Desde aquí salían las caravanas al sur, al
interior de África, hacia Níger. A las afueras de Rissani (apenas 2
kilómetros de distancia) se encuentran las ruinas de la legendaria
Sijilmasa.
Existen tres
mercados, el de productos agrícolas, el de ganado y el de los
artesanos.
Los burros
son los todoterrenos de esta región del mundo.
Los colores
de los ropajes y de los pañuelos señalan el origen de la persona.
Los árabes visten de negro y si la mujer lleva la cara al
descubierto quiere decir que está soltera. Los bereberes – que
pueden proceder de la costa, de la montaña o del desierto –
también visten de negro, aunque lucen bordados en sus vestimentas.
Entre las mujeres bereberes el tatuaje de la cara indica su situación
sentimental. El tuareg viste de azul y los nómadas suelen combinar
diferentes colores.
En el lugar
donde la vegetación empieza a ceder su lugar al desierto, en el
último tramo del río Ziz, en la región de Tafilalet. Una ciudad
santa, cuna de la dinastía alauita que actualmente rige los destinos
de Marruecos.
Una pequeña
ciudad en la que podemos entrar en contacto con el Marruecos rural
(aquí podemos encontrar esa autenticidad tan buscada por turistas y
viajeros de todo el mundo). Sus habitantes lo saben e intentarán
sacar partido de la situación, como buenos comerciantes que son.
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