En el siglo XV el Mediterráneo Oriental era un hervidero, con Repúblicas de comerciantes buscando constantemente nuevos mercados, al tiempo que los turcos otomanos proyectaban el dominio absoluto de las tierras bañadas por el Mare Nostrum. Paladín Gundulic, Paladino Góndola en italiano, fue uno de los hombres que se movió por el mundo de estos tiempos.
Paladín Gundulic fue un notable comerciante y diplomático de la República de Ragusa (Dubrovnik). Su familia era de origen italiano – Lucca – y se asentó en la ciudad del Adriático hacia el año 930. Gondola suministraba a Dubrovnik cereales del sur de Italia y Sicilia, gracias a los privilegios que le otorgaron los monarcas napolitanos.
A lo largo de su vida protagonizó numerosas misiones diplomáticas. En una ocasión escoltó a Erik de Pomerania, gobernante de la Unión Kalmar que regresaba de Tierra Santa y pasó por Dubrovnik. La ciudad equipó una galera y le concedió una escolta, puesta bajo el mando de Gundulic.
En 1433 el gobierno de la República de Ragusa envió una comitiva encabezada por Gundulic, a felicitar al déspota serbio Brankovic, por el matrimonio de su hija Mara con el sultán Murad II. De paso pidió ayuda al serbio para tratar con el soberano otomano. Más tarde fue nombrado como uno de los supervisores de las obras para el suministro de agua de Dubrovnik.
Paladin Gundulic se fue ganando la confianza del rey de Nápoles Fernando I (Ferrante I), que lo contrató para mantener una conexión permanente con el señor de la guerra albanés, Skanderbeg.
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