Abenarabí, o Ibn Arabí, nació en Murcia a mediado del siglo XII, viajó por África del Norte y el Próximo Oriente, llegando a residir en ciudades tan importantes, desde el punto de vista cultural, como Bagad y Damasco, capitales del mundo islámico. A pesar de conocer las obras de Aristóteles, Alfarabí y Averroes, el pensamiento de Abenarabí, se inclinó por el neoplatonismo.
Abenarabí destacó el carácter puro y absoluto de Dios como unidad suprema y negó la posibilidad de toda analogía entre Dios y los creado. Esto impide el conocimiento de Dios, pero no la posibilidad de una ascensión mística.
El sabio nacido en Murcia dividió a todo ser en tres partes: el ser absoluto, el no ser aboluto o nada, y el ser intermediario. Este último es el que tiene posibilidades reales de ser.
Abenarabí también desarrolló una teoría del amor, según la cual el amor se articula en una serie de grados que van desde la mera simpatía o inclinación, hasta el amor puro a la persona, en cuento persona independiente y libre de las circunstancias.
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