sábado, 10 de septiembre de 2016

REINO DE POLONIA III: EMIGRACIÓN ESLAVA.



Los germanos recogieron sus bártulos, prepararon a sus caballos y marcharon a otras tierras en busca de nuevas oportunidades. Amainó el temporal de Atila y sus hunos, y entre ávaros, magiares y otros pueblos de jinetes esteparios, fueron llegando al corazón de Europa los eslavos, divididos (u organizados, según se prefiera) en una miriada de pequeños grupos. Polanos, vislanos, pomeranos y otras tribus eslavas (que tenían en común la lengua), aprovechando las masiva emigración germánica, se fueron asentando en los apacibles valles de los ríos Oder y Vístula. Aunque las explicaciones tipo dominó hace tiempo que se desecharon (o matizaron), este movimiento migratorio (como muchos otros) pudo estar motivada por los ataques de ejércitos como hunos, ávaros, mongoles...

En este periodo de límites cronológicos (cuanto menos) difusos se organizan en una suerte de federaciones tribables, con jefes que eran medio políticos, y medio caudillos militares, al frente. Asentados en aquellas tierras que había pertenecido a los germanos, poco a poco la tribu de los polanos fue haciéndose con la hegemonía.

Se trata (por lo general) de grupos de agricultores que vivían (como buenamente podían) de cultivar cereales, la caza de piezas mayores y la recolección de todo lo que ofrecía la Madre Tierra (siempre pendiente de las necesidades de sus hijos). Los esforzados campesinos eslavos mejoraron las técnicas agrícolas, avanzaron en los procedimientos de metalurgia, mientras que las élites controlaban el comercio del ámbar, una preciada mercancía, cuya ruta transitaba por estas tierras. Continuará...


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