viernes, 15 de enero de 2016

ALCONCHEL, UNA VILLA DE FRONTERA.



En la dehesa extremeña, un pueblo de casas blancas se extiende alrededor de un cerro coronado por un castillo de larga historia, su nombre, Alconchel, a medio camino entre Jerez de los Caballeros y Olivenza, y próximo a tierras portuguesas.


El blanco e inmaculado caserío de Alconchel se asienta en la ladera del cerro, llamado de Miraflores, que preside la fortaleza. Muchas de sus calles acusan, precisamente, la fuerte pendiente del terreno sobre el que están trazadas.


Sobre la pequeña localidad se eleva la impresionante fortaleza, que fue donada por el rey Fernando III a la Orden del Temple.


Alconchel es un pueblo fronterizo que ha formado parte de Al Andalus, del Reino de Portugal, del Reino de Castilla y León y como no, de España. Como Villa Señorial perteneció también al maestre de la Orden de Alcántara, Gutiérrez de Sotomayor y a la familia de los Zúñiga.


La fuente, la torre del reloj y el castillo dibujan la más bella estampa de este pueblo.



Aves de rapiña sobrevuelan el castillo, vigilante perpetuo de la frontera entre hispanos y lusos, una plaza que tuvo a los famosos templarios entre sus moradores.  

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