El trabajo de
un paleontólogo es devolver a la vida a los organismos del pasado a
través del estudio de los fósiles. El paleoantropólogo se acerca a
los restos de los ancestros humanos y le dice levántate y anda. Los
fósiles son la principal fuente de conocimiento sobre la vida del
pasado.
El fósil.
Se conoce como fósil a cualquier resto o señal de la actividad de
los organismos del pasado. En esta definición podemos incluir gran
diversidad de fósiles, desde organismos completos (muy escasos)
hasta huellas de paso y marcas de acción. Los restos más comunes,
dentro del reino animal, son las partes esqueléticas: conchas,
dientes, caparazones, huesos... Por su parte, los restos vegetales
fósiles más comunes son los granos de polen y las esporas. Las
señales de actividad de los organismos del pasado son muy variadas e
incluyen, entre otras, a las huellas de locomoción, tubos y cámaras
de habitación y las marcas de alimentación. La disciplina
paleontológica que se encarga de estudiar estas señales de
actividad es la Paleoicnología.
Al conjunto
de fósiles conocidos se le da el nombre de registro fósil. Debido a
la propia naturaleza del proceso de fosilización, el registro fósil
está compuesto por una ínfima fracción de los organismos que
vivieron en las distintas épocas del pasado. Además de esta
pobreza, el registro fósil está, presumiblemente, segado. Es decir,
que tenemos la certidumbre de que los individuos y especies
representados en él no fueron, necesariamente, los más abundantes y
comunes de los ecosistemas pretéritos. En ese sentido, la ausencia
de prueba, no es prueba de ausencia. Cuando se encuentra un fósil
es de capital importancia registrar toda la información posible
sobre su situación geográfica y estratigráfica. Además, para
estudiar los procesos que llevaron a la formación de los fósil
particulares y a la del propio yacimiento es necesario anotar la
posición espacial exacta de cada fósil, las posiciones relativas de
unos respecto a otros, la orientación tridimensional de cada fósil,
su estado de conservación, etc. Existe una rama de la Paleontología
que, a partir de los datos recogidos en el yacimiento y del estudio
de cada fósil, trata de recomponer los procesos que dieron lugar a
los yacimientos; se trata de la Tafonomía. Los lugares preferentes
para la formación de yacimientos son aquellos donde hay altas tasas
de sedimentación, que permiten un rápido enterramiento de los
restos y señales de actividad. Los lugares con mayor tasa de
sedimentación son aquellos en los que una corriente de agua, cargada
de sedimentos, se ve frenada. En el interior de los continente, esta
situación se produce, principalmente, en las grandes depresiones,
las terrazas fluviales y el interior de las cuevas.
Fósiles
humanos. Los
fósiles humanos son tan escasos que a muchos de ellos se les conoce
por su nombre. Todos los fósiles tienen un nombre científico: su
código de registro en los museos. Pero algunos fósiles
humanos disfrutan del privilegio de tener nombre propio. Buen ejemplo
de ello son los fósiles conocidos como Dear Boy (Quérido
Muchacho, un adolescente de la especie Paranthropus boisei), Madame
Pless (Señora Pless, una hembra adulta de Australopithecus
africanus), o Turkana Boy (Niño del Turkana, un niño de Homo
ergaster), aunque quizá el más conocido y emblemático de todos los
fósiles con "nombre propio" sea Lucy, una hembra
adulta de Australopithecus afarensis.
La determinación de la edad de
muerte, del sexo y de las características físicas principales, como
la estatura y el peso, de los ejemplares representados por los
fósiles, son, junto al establecimiento de las relaciones evolutivas
algunas de las principales tareas del oficio de paleoantropólogo.
Para determinar la edad de muerte de los individuos los especialistas
se basan en las variaciones que sufre la dentición y el esqueleto a
lo largo del desarrollo en los organismos vivos más relacionados con
los fósiles. El registro fósil se complementa con las evidencias
genéticas para consolidar el conocimiento sobre los individuos y las
sociedades del pasado prehistórico.
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