El delta del Nilo, que representa cerca de dos tercios de la tierra cultivable del país, es una ancha llanura de aluviones, que en época antigua estaba dividida por muchos brazos del río y en la actualidad solamente por dos: el Damieta, al este, y el Roseta, al oeste. La tierra, muy arcillosa y rica en óxido de hierro, se transformaba con las crecidas del Nilo en la tierra más fértil del mundo. El limo con que la recubría el río no sólo permitía un cultivo continuo, que ningún barbecho interrumpía, sino que producía hasta tres cosechas al año. El descanso periódico de la tierra, justificado en la mayor parte de los países para dar reposo al suelo, aquí no era necesario. La presa de Asuán, que en la actualidad garantiza el suministro de agua a todo el país, impide sus crecidas y la llegada del limo. La tierra sigue siendo muy fértil, pero es necesario el uso de fertilizantes.
Esta tierra fue capaz de alimentar a una población muy densa, ya que se prestaba al cultivo individual de parcelas, originándose pequeñas explotaciones cultivadas por unidades familiares, lo que posiblemente dio lugar al primer fraccionamiento de las tribus primitivas.
La abundancia de las cosechas producía excedentes que permitían constantes intercambios entre los cultivadores, por lo que se forjó una civilización claramente orientada hacia el individualismo; con ello se facilitó el nacimiento de unas normas de convivencia y préstamos, ventas y alquiler de servicios o productos, es decir, de un derecho contractual que, impulsado por la misma actividad a la que había de responder, alcanzó rápidamente un alto grado de perfección.
El delta no sólo estaba formado por la tierra, sino también por el río que vertía sus aguas en el mar a través de varias bocas navegables, abriendo a la audacia de los hombres y sobre todo al comercio unas mayores posibilidades de expansión y de la relación por el mar Mediterráneo.
Cerca de donde se bifurcaban los brazos del río, ya en época prehistórica, se fundó el primer gran centro económico del país, Letópolis, al que sucedió, en época histórica, la ciudad de Menfis, próxima a la actual capital de Egipto, El Cairo, y también se gran centro religioso, Heliópolis. Allí se reunían hombres llegados de todas las regiones del país para intercambiar sus productos, conseguidos con su trabajo, así como sus ideas religiosas, derivadas del culto a los diferentes y numerosos dioses locales, bajo cuya protección vivían.
Ana María Vázques Hoys
Antiguo Egipto.
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