El
mar siempre ha sido una fuente de recursos prácticamente inagotables
para el ser humano. En el lejano epipaleolítico – una etapa de
transición entre el Paleolítico y Neolítico – los habitantes de
la región cantábrica explotaban el océano.
Los
mariscadores se interesaban por diferentes especies tanto de moluscos
– ostras y lapas – como de equinodermos – erizos de mar.
También
aprovechaban la ocasión para, arpón en mano, capturar truchas,
sargos y salmones, en torrentes, la desembocadura de los ríos o las
aguas poco profundas cercanas a la costa.
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