Ladrillo mudéjar, espadañas y cigüeñas. Tarde de verano, pleno julio, paseando por la Piel de toro, sin morir abrasado por un Sol inmisericorde. El peculiar sonido de las cigüeñas nos recibe a nuestra llegada a Olmedo, conocida como la Villa de las Siete Puertas, las Siete Iglesias y las Siete Fuentes.
La Villa de las Siete Siete, pues cuentan que tiene siete plazas, siete fuentes, siete conventos, siete iglesias, siete arcos (o puertas), siete casas nobles y siete pueblos en su alfoz.
Ayer fueron olmos lo que hoy son pinos. La Villa de Olmedo, histórica y literaria, se yergue con solera en la comarca de Tierra de Pinares. Debido a su situación estratégica, a medio camino entre varias ciudades importantes, Olmedo jugó un destacado papel en los juegos políticos castellanos.
Olmedo fue una de las villas repobladas por el rey Alfonso VI, y entre idas y venidas acabó formando parte de Aragón. Cuando estalló la guerra con Castilla, Olmedó tomó partido por Juan II que se personó en la ciudad para apoyar a sus vecinos, y provocar, de paso, el abandono de los aragoneses.
Más tarde el infante don Alfonso, enfrentado y levantado en armas contra su hermano Enrique IV instaló aquí su corte. En 1467 en la batalla de Olmedo se enfrentaron los dos, y un año después pasó a poder a la hermana de ambos, la princesa Isabel.
La importancia de Olmedo era tal, que en aquella época circulaba un refrán: Quién señor de Castilla quiere ser a Olmedo de su parte ha de tener.
A pesar de su pequeño tamaño Olmedo atesora un valioso patrimonio monumental.
Monasterio de la Concepción, un antiguo convento de la Orden Franciscana.
Palacio de la Chancillería y Torre del Reloj, situados en un extremo de la Plaza Mayor. En el siglo XVI albergó la Real Chancillería cuando Valladolid sufrió una virulenta epidemia de peste.
La Plaza Mayor era el centro neurálgico y lugar habitual para la celebración del mercado.
La celebración del mercado en la Edad Media era un privilegio concedido por el monarca. Era una forma de atraerse el apoyo de las ciudades frente a la poderosa nobleza castellana.
Casa de la Villa con fachada del siglo XVII abre sus puertas a la Plaza Mayor. Hasta hace muy poco tiempo fue la sede del ayuntamiento.
Convento de Nuestra Señora de la Merced Descalza. La iglesia barroca y el convento se reconstruyeron sobre el edificio original en el siglo XVIII. Actualmente es la sede del ayuntamiento.
Palacio del Caballero de Olmedo. Auténtico símbolo de la tradición local, la literatura, el teatro, Lope de Vega y el celebradísimo Siglo de Oro.
“Que de noche le mataron
al caballero
la gala Medina
la flor de Olmedo”.
Arco de San Miguel y Murallas. La repoblación de la Extremadura duriense se hace a partir de las comunidades de Villa y Tierra. La muralla rodea, protege y delimita las cabeceras de estas comunidades. Aquí surge la denominación de las Siete Villas.
Iglesia de San Miguel y cripta de la Soterraña, patrona de Olmedo. San Miguel es una joya del mudéjar y orgullo local.
El Arco de San Miguel, denominado así por encontrarse junto a la iglesia del mismo título se abre en doble arco de ladrillo.
Plaza del Pozo de la Nieve, otro lugar concurrido y frecuentado por los vecinos.
Santa María del Castillo, iglesia gótica del siglo XVI. Un compendio de arquitectura que aúna la portada románica (siglo XII) con añadidos mudéjares (XV) y góticos (siglo XVI). Grandes volúmenes se alzan sobre un basamento, el atrio porticado se apoya en el muro lateral.
Los edificios modernos, aquellos destinados a las viviendas, imitan al mudéjar, con sus pequeños ladrillos vistos, de forma que se mimetizan con el entramado tradicional e histórico de la villa.
Calle abrazamozas. ¿A que vendrían aquí los jóvenes del pueblo?.
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