Los
romanos que llegaron a Nimes, encontraron un asentamiento de los
galos, volcos arecómiscos, establecidos alrededor de un manantial.
Esta población había recibido el nombre de Nemausos, una deidad de
las aguas y de los ríos. Este dios de las aguas también se convirtió en el protector de la ciudad, a la que cedió su nombre.
La
capital de los (volcos) arecómiscos es Némauso, muy inferior a
Narbona en lo comercial y en población extranjera, pero superior a
ella en el aspecto político.
Estrabón
IV, 1, 12.
En
el siglo XVIII se construyó alrededor del santuario del manantial,
uno de los primeros jardines públicos de Europa, "Jardins de la
Fontaine" (los Jardines de la Fuente).
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