Enrique
I el Pajarero, duque de Sajonia y rey de la Francia Orientalis, forma
parte del imaginario historicocultural germano, por haber sido capaz
de conjurar el terrible peligro, que en el siglo X (durante el
periodo conocido como Segundas Invasiones) , significaron las
correrías magiares en Europa Central. El jerarca nazi, Heinrich
Himmler, mano derecha de Hitler y brazo ejecutor del III Reich, se
consideraba una reencarnación del rey medieval.
En
919 los ejércitos húngaros avanzan imparables por Europa y derrotan
a las fuerzas de Enrique en la batalla de Puchen. Tras esta derrota,
los jefes magiares obligan a Enrique al pgo de abundantes tributos.
Durante estos años, los magiares parecían destinados a convertir en
tributarios a todos los príncipes de Europa, causando dolorosos
quebraderos de cabeza a duques, reyes, obispos y papas.
Enrique
se sentía fortalecido en su poder y no estaba dispuesto a soportar
el vasallaje impuesto por unos salvajes de las estepas, y en el 932
se negó a seguir pagando tributos. Un año más tarde, en la Batalla
de Merseburgo, sus ejércitos infligieron la primera derrota
importante de los magiares en suelo europeo. Enrique ordenó a sus
tropas presentar una frente compacto, unido y sin fisuras para
protegerse de la lluvia de flechas húngaras. En un segundo
movimiento alcanzaron a sus enemigos antes de que estos pudiesen
preparar una segunda oleada.
Esta
hazaña convirtió a Enrique I el Pajarero en uno de los monarcas
germanos más recordados de la Edad Media.
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