Los faraones fueron
auténticos dioses en la Tierra. Los reyes de Egipto siempre buscaron
la identificación con algún dios. Horemheb, militar advenedizo que
se hizo con el trono después de la turbulenta época de Amarna,
comparte la eternidad junto al dios halcón Horus. Ambos, el dios y
el hombre, gobiernan Egipto desde el mismo trono. Viéndolos juntos,
uno no puede dejar de preguntarse de qué temas hablaban el halcón y
el guerrero; ¿la vida, la guerra, el estado, la muerte...?
La piedra caliza da
soporte a una obra en que Horemheb está sentado a la derecha de
Horus, que rodea con su brazo derecho la cintura del mortal. La mano
izquierda del dios sujeta la llave de la vida. Rey y Dios aparecen
con el pecho desnudo, la falda corta y la doble corona del Alto y del
Bajo Egipto. El realismo de los detalles anatómicos son una
continuación del arte amarniense de la corte del Faraón Hereje
Akenatón.
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