Cuando
uno viaja por Europa, a menudo pasea por calles que tienen varios
siglos de historia. Al menos, si no en su aspecto actual, si en su
trazado, y a menudo en su función. Este es el caso precisamente de
la Kramgasse de Berna.
Esta
calle, una de las más antiguas del trazado medieval bernés, data de
finales del siglo XII, arranca en la Torre del Reloj y presenta en ambas aceras un precioso
conjunto de casas gremiales con agradables soportales de piedra.
Ideal para buscar la sombra en verano y protegerse del frío en
invierno. Los potentados de los negocios construían su residecia en
este lugar - aún es fácil encontrar el rastro de las familias de
abolengo que habitaron en esta calle - a un paso del Ayuntamiento y
de la Catedral
Precisamente la Kramgasse separa en el espacio ambas
sedes de poder, que ni se miran, ni se tocan. Como sucede en muchas
ciudades medievales, el ayuntamiento se encuentra alejado de la
catedral, para no interferir uno en los asuntos e intereses del otro.
En el caso de Berna, entre ambos, se dibujan las calles más
bulliciosas, donde se llevan a cabo los trabajos y negocios de las
clases burguesas, que van a utilizar su dinero, tanto para construir
la catedral, como para organizar la política de la ciudad. De esas
familias de artesanos y comerciantes irá surgiendo el Patriciado
Urbano, que va a regir los destinos de Berna.
En
la Kramgasse destaca una fuente por encima del resto, la
Zähringerbrunnen, de 1535, en la que un oso con armadura porta el
estandarte del fundador de la ciudad Berthold von Zähriger.
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