La próspera ciudad galorromana de Arlés se transformó en el centro de un pequeño reino al fragmentarse definitivamente el Imperio Carolingio. Rodolfo II de Borgoña (hijo y sucesor de Rodolfo I) reunió en su persona (933) el reino de la Alta Borgoña (fundado por Rodolfo I) que se había desgajado del reino de Carlos el Gordo a la muerte de éste, con la Baja Borgoña, constituyendo el Reino de Arlés. Esta entidad territorial se extendía desde el monte Jura hasta la desembocadura del Ródano. Como capital del reino, y de Borgoña, Arlés disfrutó de cierto engrandecimiento urbanístico. Este reino fue gobernado por reyes independientes hasta 1032 cuando cayó nuevamente bajo la órbita del Sacro Imperio. En el seno del Imperio el Arelato continuó su existencia unos doscientos años más, hasta que hacia 1361 su territorio fue dividido y repartido entre varios señoríos nobiliarios.
Un precioso barrio medieval que se extiende alrededor de la iglesia de San Trófimo, que abre su preciosa portada románica a la Plaza de la República, presidida por un obelisco y donde también abre sus puertas el Hotel de Ville (ayuntamiento). Conocía su brillante pasado romano, y mi sorpresa fue descubrir la Arlés medieval, con sus abigarradas casas y su precioso templo románico.
Un precioso barrio medieval que se extiende alrededor de la iglesia de San Trófimo, que abre su preciosa portada románica a la Plaza de la República, presidida por un obelisco y donde también abre sus puertas el Hotel de Ville (ayuntamiento). Conocía su brillante pasado romano, y mi sorpresa fue descubrir la Arlés medieval, con sus abigarradas casas y su precioso templo románico.
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