Zara Adriática, una próspera ciudad marítimo comercial en época
romana, se convirtió en objeto de ambición, por parte de las
potencias cercanas, una vez desaparecido el poder de los Césares.
Los carolingios establecieron un protectorado sobre la zona y tras el
Tratado de Verdún (843), Zadar continuó su pacífica existencia
hasta que se convirtió en motivo de disputas entre el Reino de
Hungría y la República de Venecia.
Tras
varios años de guerra intermitente entre ambos estados por el
dominio de Dalmacia, el enclave estratégico de Zara pasó a formar
parte de las posesiones del monarca húngaro.
Todo
permaneció más o menos en calma hasta la Cuarta Cruzada. Cientos de
pendencieros caballeros cruzados estaban acampado en una pequeña
Isla del Lido, mientras sufrían el constante acoso de los mercaderes
venecianos que reclamaban, con toda justicia, el pago de las deudas
contraídas con ellos. Y si el dinero no llegaba, la República no
proporcionaría los barcos necesarios para iniciar la Cruzada. Además
los comerciantes amenazaban con cortar los suministros a menos que se
les entregase lo adeudado. La situación se hacía desesperada y los
cruzados, hacia el mes de Septiembre, ya estaban dispuestos a aceptar
cualquier solución que les propusiese Venecia.
Aprovechando la coyuntura se les propuso lo siguiente; la expedición podría
partir y se aplazaría el pago de la deuda si aceptaban tomar parte
de una campaña militar para conquistar Zadar. El papa Inocencio III,
enterado del asunto, se apresuró a levantar una enérgica protesta y
la prohibición de iniciar la campaña. Aunque en realidad no tenía
ni mecanismos, ni fuerzas, para detenerlos.
Toda
esta maniobra había sido ideada por Bonifacio de Montferrato, que se
había unido a los cruzados, y el anciano dogo de Venecia, Enrico
Dándolo. Antes de comenzar esta desvirtuada , deshonesta e ilegal,
Cruzada se celebró una solemne ceremonia en San Marcos, en la que el
Dogo y los Consejeros no dudaron, en un alarde de hipocresía, besar
la Cruz Cristiana.
El
8 de Noviembre de 1202 la flota, hambrienta de acción y de botín,
zarpó de Venecia, llegando a Zara dos días después. Sometieron a
la ciudad a un asalto feroz, que no pudo aguantar las acometidas,
rindiéndose el día 15. Tras la rendición fue totalmente saqueada.
Dándolo y Bonifacio pensaron que el año estaba muy avanzado para
continuar el viaje hacia Oriente y decidieron invernar en Zadar.
Cuando
la noticia llegó a Roma, el papa Inocencio estalló de ira. Era
intolerable que se utilizara una Santa Cruzada para saquear a un hijo
fiel de la Iglesia, el rey de Hungría Emerico I, que además estaba
dispuesto a participar en la Cruzada contra el infiel en Tierra
Santa. Y excomulgó a toda la expedición. Posteriormente perdonó a
los cruzados, pues supo que habían sido engañados.
A
pesar de todo Venecia había conseguido su objetivo, la estratégica
Zara quedaba definitivamente integrada en el Imperio Marítimo
Veneciano. Y bajo la protección de Venecia, Zara se convirtió en
una de las ciudades más prósperas de Dalmacia, disfrutando además,
de un considerable desarrollo cultural, artístico y urbanístico.
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