Uno de los elementos
característicos de las ciudades medievales era la existencia de
murallas y torres. En ocasiones, las puertas abierta en la muralla
solían estar protegidas por una torre. En Berna, la bellísima
capital de Suiza, la famosa torre del reloj funcionó como puerta
occidental de la ciudad entre 1191 y 1250. Este año de 1250, y tras
haber aumentado el perímetro de la ciudad, la Käfigturm, (torre de
la prisión), sustituyó a la Zytgloggeturm como puerta.
Los destructivos
incendios también fueron habituales durante la Edad Media, pues no
olvidemos que la mayoría de las estructuras eran construidas con
madera. Berna, en 1405, sufrió un devastador incendio y poco después
se procedió a la reconstrucción de la torre señera de la capital
de Suiza. Más tarde la torre fue utilizada como cárcel para
prostitutas.
Lo más llamativo de la
torre, y el elemento que le da nombre, es el enorme reloj astronómico
obra de Caspar Brunner que lo realizó entre 1527 y 1530. El diseño
y construcción de esta maravilla mecánica permitió a su autor
situarse en las capas sociales más altas de Berna.
Varias figuras, entre
ellas varios osos y un gallo inician su procesión unos minutos antes
de dar las horas en punto. Los osos son el símbolo de Berna y el
gallo, que canta tres ocasiones antes de la hora, recurda las tres
veces que Pedro negó a Jesús.
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