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martes, 25 de diciembre de 2018

LAS CINCO EDADES DEL HOMBRE.




Algunos niegan que Prometeo creara a los hombres, o que algún hombre brotara de los dientes de una serpiente. Dicen que la Tierra los produjo espontáneamente, como el mejor de sus frutos, especialmente en la región del Ática, y que Alalcomeneo fue el primer hombre que apareció, junto al lago Copáis en Beocia, incluso antes que existiera la Luna. Actuó como consejero de Zeus, con ocasión de su querella con Hera, y como tutor de Atenea cuando ésta era todavía una muchacha.

Estos hombres constituían la llamada raza de oro; eran súbditos de Crono, vivían sin preocupaciones ni trabajo, comían solamente bellotas, frutos silvestres y la miel que destilaban los árboles, bebían leche de oveja y cabra, nunca envejecían, bailaban y reían mucho; para ellos la muerte no era más terrible que el sueño. Todos ellos han desaparecido, pero sus espíritus sobreviven como genios de los felices lugares de retiro rústicos, donantes de buena fortuna y mantenedores de la justicia.

Luego vino una raza de plata, comedora de pan, también de creación divina. Los hombres estaban completamente sometidos a sus madres y no se atrevían a desobedecerlas, aunque podían vivir hasta los cien años de edad. Eran pendencieros e ignorantes y nunca ofrecían sacrificios a los dioses, pero al menos no se hacían mutuamente la guerra. Zeus los destruyó a todos.

A continuación vino una raza de bronce, hombres que cayeron como frutos de los fresnos y estaban armados con armas de bronce. Comían carne y pan, y les complacía la guerra, pues eran insolentes y crueles. La peste terminó con todos.

La cuarta raza de hombres era también de bronce, pero más noble y generosa, pues la engendraron los dioses en madres mortales. Pelearon gloriosamente en el sitio de Tebas, la expedición de los argonautas y la guerra de Troya. Se convirtieron en héroes y habitan en los Campos Elíseos.

La quinta raza es la actual de hierro, indignos descendientes de la cuarta. Son degenerados, crueles, injustos, maliciosos, libidinosos, malos hijos y traicioneros.

Robert Graves. Los Mitos Griegos.





lunes, 22 de octubre de 2018

MADERA, HIERRO Y PIEDRA.



A lo largo del Medievo, los materiales utilizados para la construcción, la eleboración de utillajes y la vida cotidiana eran madera, hierro y madera.

Madera. La Edad Media – como un prolongación del Mundo Antiguo – la podemos calificar como la Edad de la Madera, pues es el material universal, proporcionada por el sempiterno bosque. Casas, vigas, andamios, cercados, mangos, utensilios varios, mobiliario, combustible ... la madera es el producto más común del Occidente Europeo.

Hierro. A diferencia de la madera, el hierro es un producto raro (y por ende, caro). Las espadas carolingias, por poner un ejemplo, eran exportadas a oriente. El franciscano Bartolomé “el Inglés” define el hierro como una materia preciosa: “el hierro es más útil al hombre que el oro”. Y no le faltaba razón, sin hierro el hombre no puede defenderse de sus enemigos, ni roturar al tierra, de igual modo cualquier trabajo manual pide el uso del metal. No obstante, la mayor parte de la producción de hierro se destinaba al armamento, quedando para el utillaje un ínfima proporción. No es de extrañar que el herrero medieval, el hombre capaz de dar forma al metal, sea considerado extraordinario, casi un hechicero.

Piedra. La piedra es el material que va a rivalizar con la madera en la actividad constructora. Madera y piedra, pareja básica de la arquitectura medieval. Los arquitectos son a la vez canteros y carpinteros, aunque durante mucho tiempo, la piedra es un lujo, un material noble en comparación con la madera. La Edad Media nos lega una colección de piedras; símbolo del poder nobiliar y religioso, castillos y monasterios, iglesias y catedrales. Pero aún nos quedan los huesos de un esqueleto de madera y aún de otros materiales más humildes y perecederos; paja, barro, argamasa...


miércoles, 11 de julio de 2018

EL MEDIO FÍSICO DEL PRÓXIMO ORIENTE.




La unidad del territorio estriba el encontrarse atravesado por el Tigris y el Éufrates, así como el tratarse de un espacio no excesivamente amplio, unos 2000 Km2. Entre estas regiones existen unas determinadas vías naturales de comunicación, por la que existe un continuo fluir de diferentes culturas. La variedad geográfica viene determinada por la existencia de territorios de marcada personalidad: la península de Anatolia, la cuenca fluvial del Tigris y el Éufrates hasta su desembocadura en el golfo Pérsico, la meseta de Irán, la franja litoral mediterránea y los desiertos de Lut y de Arabia.

En principio los condicionantes climáticos del Próximo Oriente parece ser que no favorecen el asentamiento humano, aunque a pesar de esto, es aquí donde encontramos el origen de la civilización. A pesar de esta realidad física, existen zonas dentro de este medio, predominantemente árido, que sí favorecen la aparición de las primeras civilizaciones; la variedad climática, un relieve diverso y la distribución de la red fluvial y la materia prima.


Dentro de esta amplia región coexisten climas muy diferentes entre sí. Un clima mediterráneo en la costa sirio-palestina, clima de alta montaña en los montes Zagros, en Armenía y en los montes de Anatolia, un clima desértico en los desiertos Arábigo y Lut.

La variedad de relieve la podemos constatar entre el monte Ararat, con unos 5.000 metros, y otros lugares deprimidos con 350 metros bajo el nivel del mar, en la zona del mar Muerto, (se trata de la depresión más profunda de la superficie terrestre).


Zonas densamente pobladas, ribera del Tigris y el Éufrates, y zonas menos pobladas, los desiertos y las altas montañas. Se produce un bagaje cultural que va desde las zonas pobladas a las zonas despobladas, y un trasvase de materia prima de las zonas despobladas a las zonas pobladas.

Los condicionantes del medio físico mesopotámico son Tierra, Agua y Trabajo Humano (capacidad de construir infraestructuras y control sobre la tierra y el agua). Esto va da lugar a la formación de sociedades, primero urbanas, más tarde estatales e incluso algunas imperiales, todo ello debido al control del agua.

Las sociedades potámicas no son exclusivas de Mesopotamia, las encontramos también en Egipto, a lo largo del río Nilo, en la India a lo largo del Indo, y en China a orillas del río Huang-Ho (río Amarillo). Gracias al control sobre un recurso, en este caso el agua, se producen los asentamientos en las ciudades, nos referimos a la llamada Revolución Urbana.

La primera tarea del hombre en esta zona fue la de controlar las aguas del Tigris y el Éufrates. Aunque llovía poco en Mesopotamia, los ríos se desbordaban – tenían crecidas – periódicamente, haciendo patanos de la tierra circundante. El hombre desecaba la ciénaga e irrigaban los desiertos para disponer de mayor superficie de tierra para la agricultura y la ganadería.

Aprendiendo de sus propios errores, crearon toda una técnica de irrigación. Levantaron diques para contener las aguas y dirigirlas a través de un complejo de canales, presas y depósitos. Semejante esfuerzo exigía la contribución de una vasta mano de obra y el trabajo en común de tanta gente hizo posible la edificación de las ciudades.

Podemos imaginar lo que ocurrió; al dominar los ríos aumentó la tierra cultivable y con ella las cosechas; aunque no se utilizaba el dinero como medio de cambio, había alimentos de sobra que se podían permutar en otros pueblos por productos que necesitaran, como madera, metales, minerales y piedras preciosas, que no producían ellos mismos.


El desarrollo de la agricultura lleva consigo un excedente de la producción. Con lo que aumenta la población y el comercio. Para controlar el agua son necesarias obras de ingeniería (canales, diques…), lo que da la posibilidad de regadíos y la necesidad de protección. Se almacena el agua en diques y pantanos y posibilita una agricultura de regadío. El control y la administración del agua → nueva organización política → Estado: los grupos privilegiados asumen las tareas de protección.

Este espacio se caracteriza también por la escasez de materias primas imprescindibles que han de ir a buscar a otros lugares, por ejemplo:

  • en Anatolia obtienen metales: hierro y cobre (el cobre junto con el estaño son necesarios para hacer bronce, necesario para fabricar armas).
  • en la isla de Chipre extraían cobre
  • en las llanuras de Mesopotamia predominaban el agua y la tierra para la agricultura
  • de la zona del Sinaí obtenían diorita (el Código de Hammurabi está inscrito en una piedra de diorita)
  • la madera provenía de Siria, Líbano y zona occidental de los Zagros
  • del Cáucaso obtenían hierro y oro
  • en Nubia, al sur de Egipto, comerciaban con oro
  • el estaño lo obtenían de Irán y Afganistán

Para acceder al control de estas materias primas aparecen imperios con vocación netamente comercial. Los circuitos a través de los cuales se accedía a estos lugares fueron tres: Anatólico, Iránico y Sirio-Arábigo. Las ciudades mejor situadas estratégicamente en estos circuitos eran las más ricas.

El medio físico condiciona la cultura y la sociedad, pero no las determinan. En zonas de montaña existen pueblos nómadas (guti, lullubi…), que pueden dar al traste con grandes imperios por culpa de sus incursiones en los territorios de éstos. En las zonas de las riberas de los ríos aparecen grandes estados: Sumer, Babilonia, Asiria.



viernes, 16 de junio de 2017

LA ALQUIMIA DE LOS PLANETAS.



“Lo que sucede en el cielo tiene su reflejo en la Tierra”, creencia ancestral e interpretación global de las leyes del Universo. De la misma manera, el humano mortal, puede buscar el momento en que los astros son propicios para llevar a cabo sus planes.


Más místico y religioso que científico (en la acepción actual del término) el alquimista escudriña los cielos e identifica los astros con la materia prima de su obra; Venus es cobre y Mercurio azogue (mercurio), mientras que Marte es el hierro, Júpiter es estaño y Saturno plomo; la Luna es la plata y el Sol es el oro.


Los alquimistas, precursores de la química con alma de astrólogos, también consideraban la posición y el orden de los planetas en el firmamento; Saturno es el más alto, y le suceden Júpiter, Marte, Venus, Mercurio y la Luna. Consideran que las virtudes de los planetas no suben, sino que bajan, de tal manera que Marte se puede convertir en Venus, pero no al revés, Júpiter puede transmutarse en Mercurio por que está más alto, pero Mercurio no podría llegar a ser Júpiter. El Sol tiene capacidad para mezclarse con todos y es el que otorga vida a los planetas.



Los planetas del Sistema Solar intervienen en la formación de la materia mineral en la corteza terrestre, de tal manera que, por ejemplo, la plata “crece” bajo la influencia de la Luna, el cobre por la acción del Venus y el hierro por la de Marte, el planeta rojo.Y el oro el más puro de los metales preciosos, como es natural, crece bajo la influencia del astro rey.  

domingo, 6 de abril de 2014

CÁLIBES



Los cálibes, también escrito chalibes, eran un pueblo que habitaba la zona del Ponto, muy famosos por trabajar el hierro. Y de todos es conocida la gran utilidad de este metal, que permitió al ser humano comenzar su dominio sobre la naturaleza, y al poseedor de armas de este material, someter a sus vecinos. 

De raza escita se especializaron en trabajar el hierro y el acero. A este último metal los griegos llamaban calibs. Por tanto el nombre de la tribu sería "acero". Según el lingüista Archibald Sayce el nombre girego, Chalybe, procedería del hitita, otro pueblo muy vinculado a la metalurgia del hierro. 

Según Plinio (VII, 197) se les considera los inventores del trabajo del bronce. 

Probablemente la tradición griega los relacione con el hierro, y no con otros metales, a pesar de la riqueza minera de su territorio, basándose en la importancia del hierro cultural y socialmente. 

La mayoría de los autores antiguos los ubica en una zona al este del río Halis, entre Paflagonia y la Cólquide. Más o menos en la Armenia histórica. 

Un pueblo con esta habilidad para trabajar el metal era un bocado apetecible para reinos y pueblos más poderosos. Tal fue el caso de Creso, el rey de Lidia, que los sometió junto a otros en su intento de crear un gran imperio.

"Transcurrió el tiempo, y quedaron sometidos casi todos los que viven al oeste del río Halis, pues descontando a los cilicios y a los licios, Creso tenía sometidos a todos los restantes, a saber, a los lidios, frigios, misios, mariandinos, cálibes, paflagonios, tracios, tinos y bitinios, carios, jonios, dorios, eolios y pánfilos"
Heródoto I, 28 

La famosa expedición de los Diez Mil, cuya maravillosa crónica escrita por Jenofonte sigue siendo una de las obras maestras de la literatura universal, también atravesó el territorio donde habitaban los cálibes.

"Los griegos fueron avanzando a través de este país, a veces amigo, a veces enemigo, durante ocho etapas, hasta que llegaron al territorio de los cálibes. Éstos eran pocos y estaban sometidos a los mosinecos, y su medio de vida, para la mayoría de ellos, procedía de la siderurgia.
Jenofonte. Anábasis. V 5,1.

Como ocurre con muchos pueblos de la Antigüedad es Estrabón el que más detallada información nos transmite de ellos. 

Da noticia de que los armenios Artaxias y Zariadris, en la expansión que protagonizaron arrebataron territorios a los cálibes que vivían en vecindad con la Armenia histórica (XI, 14, 5).

En la descripción de las tierras del Ponto, Estrabón se detiene para escribir sobre los cálibes, que basaban su economía en dos actividades: las minas de hierro y plata, y la pesca de pelamydes, que son atunes de un año y de delfines. 

"Los que hoy día se llaman caldeos eran llamados cálibes en la antigüedad. Justo a la altura de su territorio se encuentra Farnacia, que tiene las ventajas naturales de la pesca de pelamídes en el mar, pues ocupa el primer lugar en la captura de este pez, y de la explotación de minas en la tierra, actualmente sólo de hierro pero antiguamente también de plata. La costa es toda ella muy estrecha en estos lugares, pues muy cerca se elevan las montañas llenas de minas y bosques, pero poco cultivadas. Como forma de ganarse la vida les queda por tanto a los mineros las minas y a los marineros la pesca, especialmente de pelamydes y delfines, pues estos últimos se ponen gordos persiguiendo a los bancos de peces, tanto de jóvenes atunes y atunes hembras como de los propios pelamydes, y se vuelven fáciles de capturar porque se acercan muy imprudentemente a la tierra, poniéndose ellos solos el cebo. Así matan estas gentes a los delfines y usan su gran cantidad de grasa para todo". 

Estrabón. XII, 3, 19.

Conocidos, y muy bien, por los griegos, los romanos también tuvieron el placer de saber de su existencia. Los cálibes apoyaron a Mitrídates del Ponto, un auténtico grano en el culo de Roma, en sus enconadas luchas contras las Águilas del Lazio. 

"Aparte de sus fuerzas anteriores, se le unieron como aliados los cálibes,..."
Apiano. Sobre Mitrídates 69.

sábado, 9 de febrero de 2013

PETROCORIOS



Los petrocorios eran uno de los grupos que habitaban la Galia Aquitana, en el departamento de Dordoña, siendo vecinos de lemovios, cadurcos y arvernos. Se piensa que dieron nombre a la antigua provincia de Perigord. 

"[...] luego los arvernos, lemovices y petrocorios; a éstos hay que añadir los nitióbriges, los cadurcos y los llamados bitúriges cubos"
Estrabón IV, 2, 2.

Plinio los sitúa junto al río Tarne (Tarn) que sirve de frontera con los tolosanos.

"A su vez limítrofes con la provincia Narbonense, los rutenos, los cadurcos, los nitióbriges y los petrócoros, separados de los tolosanos por el río Tarne"
Plinio el Viejo. Historia Natural IV, 33

Los petrocorios se unieron a la sublevación liderada por Vercingétorix contra Roma, aportando cinco mil hombres para la causa.

"[...] a los suesiones, ambianos, mediomátricos, petrocorios, nervios, mórinos y nitióbroges cinco mil"
Julio  César  VII, 75, 3

Etimológicamente, la palabra céltica cori, viene a significar pueblo, y petro, donde la "q" primitiva se ha convertido en "p", cuatro; por tanto petrocorios sería algo así como "cuatro pueblos". De lo que podemos imaginar un momento del pasado en el que cuatro grupos diferentes, interralacionados crearon un grupo étnico único. 

Parece ser, según noticia transmitida por Estrabón, que los petrocorios y los bitúriges eran especialistas en la metalurgia del hierro. 

"Los petrocorios y los bitúriges cubos tienen buenas instalaciones para trabajar el hierro"
Estrabón IV, 2, 2.
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