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jueves, 6 de febrero de 2025

PUERTO MENESTEO

 



Del mar Mediterráneo al Océano Atlántico, el río Guadalete cuenta la leyenda de Menesteo.




El rey de Atenas Menesteo dirigió las tropas atenienses en la Guerra de Troya y fue uno de los valientes que entró en la ciudad escondido en el vientre del famoso caballo de madera. Tras la trágica caída de Troya, navegó sin rumbo por el Mediterráneo, traspasó las columnas de Hércules, y en el lugar que bañan estas aguas, fundó un asentamiento, el Puerto Menesteo. El tiempo y la historia lo transformaron en el Puerto de Santa María, una de las poblaciones más animadas y dinámicas de la bulliciosa bahía de Cádiz.




Al amparo de la Gadir púnico-romana se desarrolló el Puerto Menesteo, bautizado como Alcanatif por los musulmanes. Sería Alfonso X, el hijo de Fernando III el Santo quién conquistó la plaza para incorporarla al reino de León y Castilla. Y sobre la mezquita se construyó en el castillo de San Marcos, que se convirtió en una de las sedes de la Orden Marinera de Santa María, dependiente de la casa madre situada en Cartagena (otra ciudad de larga historia púnica).




Y en el año 1500, el piloto Juan de la Cosa dibujó en la localidad gaditana el primer mapamundi en el que aparece la recién descubierta, América.





Sabores del Océano. Almuerzo en el Nautilus. Cortesía del capitán Nemo. 



domingo, 27 de octubre de 2024

ALVISE DA CADAMOSTO


 



Genéricamente los venecianos son anfibios, viven (o sobreviven) con la cabeza en el sustrato sólido, la tierra, y el corazón en el medio líquido. Algunos son más peces que ranas, contemplan el horizonte, visionarios que sueñan con mundos fértiles más allá de las salobres aguas de sus lagunas. La mayoría de los habitantes de las islas vénetas han interiorizado esas lagunas como sus absolutos límites vitales. Uno de esos peces soñadores fue Alvise Cadamosto, un pionero en una época de pioneros, la Era de los Descubrimientos. Europeos lanzados al descubrimiento y la exploración de nuevos mundos.


Embarcadado desde muy joven en las galeras venecianas sería, sin embargo, navegando para el infante portugués Enrique “el Navegante”, como desarrolló sus grandes gestas marítimas. En esta ocasión cederemos la palabra a Daniel J. Boorstin que en su maravillosa obra, Los Descubridores, escribió lo siguiente sobre el explorador veneciano.


“Alvise da Cadamosto – un precursor veneciano de los capitanes de barco italianos como Colón, Vespucio o los Caboto, que servían a príncipes extranjeros – descubrió accidentalmente las islas de Cabo Verde cuando navegaba por la costa enviado por el príncipe Enrique, y luego remontó los ríos Gambia y Senegal hasta llegar a unos cien kilómetros del mar. Cadamosto demostró ser uno de los más observadores – y también de los más audaces – exploradores del píncipe Enrique. Estimuló a otros para que le siguieran con sus atractivos relatos sobre curiosas costumbres triables, la vegetación tropical, los elefantes y los hipopótamos”.


sábado, 15 de mayo de 2021

AGUIRRE, LA CÓLERA DE DIOS.


Los estadounidenses tuvieron Vietnam, los europeos la conquista de América (los motivos de unos y de otros fueron muy similares). En el año 1972 el cineasta Werner Herzog se adelantó a Francis Ford Coppola (que en esos momentos estaban inmerso en la creación de una obra maestra, el Padrino) y filmó su propia versión del Corazón de las Tinieblas, el imparable descenso a la locura en el que no se intuye el fondo del pozo.



Aguirre, la Cólera de Dios, narra la epopeya de un pequeño grupo de soldados españoles en la húmeda y salvaje selva del Amazonas. El propio rodaje de la película, en durísimas condiciones y en pelea constante con la naturaleza, fue tan delirante como la propia expedición.


Klaus Kinski no solo se metió en la piel del protagonista, sino que se transformó en el auténtico Lope de Aguirre, un soldado de fortuna, un loco e iluminado que se internó en la profunda selva amazónica en busca de El Dorado, uno de esos mitos subyacente en la memoria colectiva humana como la Atlántida o el Santo Grial. En un alarde de insana valentía, de locura disfrazada de temeridad, Aguirre, autoproclamado la Cólera de Dios, declaró la guerra al Imperio Español y se declaró dueño y señor de todas las tierras que conquistase.


Los sintetizadores y la música electrónica y mecánica de Popol Vuh, una banda alemana que trabajó en varias ocasiones con Herzog y que se inspira en el libro sagrado de los mayas, fabrica el ritmo de la película y crea la atmósfera necesaria para atrapar al espectador entre la bruma y la maleza selvática.



Barro y lluvia, clérigos, capitanes, soldados y porteadores, damas honestas y orgullosos nobles, todos subyugados por la férrea voluntad de Lope de Aguirre. Una lúgubre comitiva avanzando hacia la desesperación más absoluta. Werner Herzog teje una película intensa, hipnótica, que te envuelve, te atrapa y te deja traspuesto en el sillón. Un filme triste, perturbador y hermosamente desesperanzador. Pero muy humano, demasiado humano, por que ¿quién no ha deseado alguna vez elevarse por encima del resto de los mortales y proclamarse rey del mundo?, ¿quién no se ha empeñado en enfrentarse contra todo y contra todos, completamente seguro de que la razón absoluta está de su parte? y ¿quién no se ha dejado arrastrar por indomables caballeros salvajes que le conducen hacia el más destructivo de los abismos?.








jueves, 4 de marzo de 2021

ANTONIO PIGAFETTA, REPORTERO DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO.




El italiano Pigafetta, embarcado con Magallanes y Elcano, es el testigo imprescindible para conocer, de primer mano, la increíble aventura de completar la primera vuelta al mundo. Antonio Pigafetta, aventurero instruido y culto, procedente de la ciudad de Vicenz, caballero de Rodas y profundo admirador de Magallanes. Intrépido y obstinado consiguió enrolarse en la tripulación, para escribir un detallado diario y legar a la posteridad un trepidante y colorido relado de aquella gesta: Primo Viaggio Intorno al Mondo. La amabilidad natural del italiano y su capacidad para comprender diferentes lenguas, hicieron que el alimirante portugués lo enviase a tierra para tratar con los indígenas. Pigafetta demostró constantemente su predisposición al sacrificio, su fortaleza y adaptabilidad, y una habilidad especial para la supervivencia, de forma, que al final del viaje, se encontraba entre los dieciocho hombres que pudieron completar el viaje alrededor del mundo.



El miércoles 28 de noviembre de 1520 salimos del estrecho, internándonos en el océano Pacífico. Estuvimos tres meses y veinte días sin ninguna clase de comida fresca. Comíamos galletas, que ya no eran galletas sino el polvo que de ellas quedaba lleno de gusanos, porque ellos se habían comido lo mejor. Olía a orina de ratas. Bebíamos un agua amarilla que ya hacía días estaba podrida. Comimos también unos cueros de vaca que cubrían el extremo de la verga mayor para evitar que la verga dañara las jarcias, y que se habían vuelto terriblemente duros a causa del sol, la lluvia y el viento. Los dejamos en el mar por cuatro o cinco días, luego los pusimos un momento sobre las ascuas y así los comimos; a menudo comíamos serrín del maderamen. Las ratas se vendían a medio ducado la pieza, y aun así era muy difícil conseguirlas. Las encías de los dientes inferiores y superiores de algunos de nuestros hombres se hincharon de tal modo que les era imposible comer y de resultas de ello murieron.

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