La casa de la fachada amarilla, el hogar del voivoda de Valaquia Vlad II. Los sirvientes se arremolinan alrededor de la cama, una nueva vida está a punto de contemplar por primera vez la luz del mundo. Vlad camina nervioso, para arriba y para abajo, ya tiene a un heredero, su hijo mayor, Mircea, pero otro varón ayudará a cimentar el poder de los Drácula. La esposa de Vlad ha perdido mucha sangre, al tiempo que el conocimiento, el dolor se apodera de todo su cuerpo, y las parteras se emplean a fondo para salvar a la criatura. Sudores, gritos y nervios, paños calientes y un fuerte olor a placenta. A pesar de ser medio día el cielo se oscurece, las nubes cubren todo el firmamento y tapan la radiante luz del Sol. En esos momentos tres acontecimientos suceden simultáneamente: una expiración, un llanto y un trueno. El cielo descargó toda su furia virulenta, el alma de la madre abandona el cuerpo y un joven varón llega al mundo.
Dos sirvientes apresurados llegaron al lugar donde se encontraba el voivoda. Un venía de la habitación, el otro entraba desde la calle:
- Señor, acaba de ser padre de hijo varón.
- Señor, Bárbara de Cejle, esposa del emperador ha muerto, debe acudir presto a la corte.
(Nota
para el autor. O sea para mí: en estos tiempos Vlad II vive
refugiado en Sighisoara, ciudad de Transilvania, esperando la
oportunidad de poder asaltar el trono de Valaquia, ocupado sucesivamente por Dan II y Alejandro Aldea. ¿Quizás en algún
momento Segismundo decida prestarle la ayuda necesaria).
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