Jueves 1 de Agosto de 2024 una parada en la larga ruta que une Rávena con Trieste. Un maravilloso, y muy soleado, paseo por las tranquilas calles de Comacchio, y una deliciosa piadina con bresaola para almorzar. Viva l'Italia.
La ciudad vieja, la histórica, la que hace las delicias de los viajeros que, cámara en mano llegan día tras día, se asienta sobre treces islotes unidos mediante puentes. Imposible no reconocer en Comacchio una suerte de delicada Venecia en miniatura.
La misma estrategia utilizada en otras poblaciones enclavadas en el Delta del Po y en las salubres lagunas adriáticas. Concretamente Comacchio se ubica en la desembocadura del río Reno. Nos situamos en la provincia de Ferrara, integrada en la región de Emilia Romagna (como la bella Rávena o la docta Bolonia).
Humedad y calor asfixiante. El verano no es la mejor época para visitar estas regiones mediterráneas. Tras las visita una piadina con rúcula y bresaola, acompañada de agua gasatta. El palador inundado por los sabores de Italia.
Situada en un territorio estratégico, ambicionado por las potencias de cada momento, al colapsar (definitivamente) la Roma Imperial, varios poderes trataron de dominarla sucesivamente. Comacchio vivió cierta prosperidad en el Reino Ostrogodo y cuando los francos penetraron en Italia, el rey Pipino el Breve negoció con el papa Esteban II la incorporación a sus dominios. En algunos momentos los francos utilizaron el puerto de Comacchio para atracar a su flota. Los rivales venecianos como consecuencia de un incidente diplomático sin mayor importancia, incendiaron y arrasaron la población.
Más tarde la ciudad pasó por manos del arzobispado de Ravena, del señor de Ferrara Obizzo IV de Este y en su expansión por el mar cayó en poder Veneciano en 1508. Los venecianos la mantuvieron hasta 1597 fecha en que el papa Clemente VIII la reclamó como feudo vacante. Formó parte de los dominios pontificios hasta 1866, cuando pasó a formar parte del Reino de Italia.
Me pregunto, esos ciudadanos de un estado teocrático ¿cómo vivieron el nacionalismo italiano?. 250 años siendo parte de los Estados Pontificios. Una teocracia en toda regla, en el corazón del Occidente Civilizado e Ilustrado. Cambiaron al Santa Padre – Pío IX – por un rey – Vitorio Emmanuelle – a la iglesia por un Estado, a Dios por la Patria, y el anillo del pescador por la bandera tricolor. Me resulta todo tan extraño, y al mismo tiempo tan curioso.
El jornalero cambió a un patrón por otro. La mentalidad liberal fue imponiéndose a la aristocrática (aunque en muchos casos trataban de imitarla). El gran empresario se convirtió en el titiritero que mueve los hilos. Y el Santo Padre acabó enclaustrado en el Vaticano.
La sangre de los mismos jóvenes fue derramada a causa del Risorgimiento, el irredentismo y la Gran Italia. Cuando no se encuentran enemigos en el exterior, dirigen la mirada hacia el sur. Napolitanos, sicilianos y calabreses acuden prestos a recoger el guante.
Que sencilla y placentera es la vida y cuanto la complican los dogmas, las religiones y las ideologías. El odio visceral que nace del bajo vientre de millones de seres infelices en todo el mundo se alimenta de ellas.
Trepponti es el monumento más conocido y al tiempo el más reconocible de todo el entramado urbano de Comacchio. Y aunque el nombre parece indicar la existencia de tres vías de acceso, en realidad son cinco, algo completamente original y genuino.
También es conocido como Ponte Pallotta en homenaje al cardenal legado de Ferrara, Giovan Battiste Pallotta, que fuen quién ordenó su construcción. El proyecto del puente fue obra de Luca Danese enmarcado en la profunda renovación que se acometió en una ciudad de Comacchio bastante ruinosa y abandonada. Estamos en el siglo XVII y se puede hablar de la nuova fondazione de Comacchio.
Las preciosas torres de vigilancia se añadieron posteriormente, en 1695 , para reforzar todo el paramento defensivo.
La Antica Pescheria situada en el que es, quizás, el rincón más pintoresco de la ciudad, lugar donde propios y extraños se reúnen para comer, beber, hablar y brindar por la vida. Construida en la segunda mitad del Setecentto.
En el centro de la ciudad, en via Ugo Bassi, se puede ver la Loggia del Grano, un bello edificio. una de las primeras obras de la renovatio urbis papal del siglo XVII, fue construida durante la legación del cardenal Giacomo Serra (1615-1623). Piedra de Istria y pilares de ladrillo sustentan un primer piso destinado al granero para abastecimiento público.
La existencia de un edificio catedralicio nos indica la importancia histórico que tuvo esta pequeña y embaucadora ciudad. La Catedral de San Cassiano, aunque sus orígenes se remontan al 708, es un edificio erigido durante la segunda mitad del siglo XVII.
Paseo por el centro de la ciudad, zona vetusta, de casas bajas y humildes, pavimento adoquinado, y cipreses que anuncian el memorial. Las dos Guerras Mundiales robaron a Europa millones de hijos, destrozaron sueños y llenaron de soledad y lágrimas los hogares que nunca los olvidaron.
La vivienda mediterránea utiliza como frontera entre la casa y la calle una simple cortina; un ojo en el salón y el otro en la calle. Mirar y oír sin ser visto. Típico de ambas orillas del mare Nostrum.
Y caminando, caminando alcanzamos las ruinas del monasterio de los Santos Mauro y Agostino. La fachada sigue en pie, rodeada de vegetación y maleza. Un poderoso imán que nos atrae irremediablemente hacia sus muros, ventanas rotas e historias nunca contadas. Hace calor, cantan las chicharras, me siento agotado, y las palabras que cuentan los escombros de los muros derruidos, no alcanzan mis oídos.
Puentes, canales, fondamentas, sotoporteggios, callejones . . . todo aquí tiene un inconfundible aire veneciano. En realidad toda la región adriática está llena de estas fabulosas Venecias.
Desplegar velas y navegar. Caminar y conocer, una y mil veces, cada rincón del mundo.
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