Teodorico el Grande (Flavius Theodoricus o Theuderijos), monarca ostrogodo con pretensiones de César, convirtió Rávena, la última capital del Imperio de Occidente, en su residencia y centro de poder. Uno de los gobernantes más poderosos de su tiempo que llegó a dominar la península italiana, después de haber asesinado a Odoacro (el caudillo hérulo que depuso al último emperador de Occidente), y la península ibérica, como regente del reino visigodo. Pasó gran parte de su juventud como rehén en Bizancio, y una vez sentado en el trono decidió convertir Rávena, centro de sus dominios, en una Constantinopla en miniatura. Parafraseando a Robert Kaplan "el gobierno de Teodorico sirvió para que Rávena y el mar Adriático quedaron establecidos firmemente como eje político-cultural de Italia".
En el lugar donde antes se localizaba la residencia del praefectus classis ravenensis, donde también se había instalado Honorio, edificó Teodorico su palacio, cuyos restos siguen siendo visibles (y visitables) en la actualidad.
En una ciudad que cuenta con un extraordinario patrimonio arquitectónico los restos del palacio de Teodorico suelen basar bastante desapercibidos.
En las proximidades del palacio se ubica la bellísima iglesia de San Apolinar Nuovo, que en su momento bien pudo ser la capilla del complejo palatino ostrogodo. Su interior ofrece al visitante una excelsa colección de mosaicos.
Uno de los mosaicos representa precisamente el citado palacio. La apariencia del palacio del mosaico coincide con una descripción realizada por el obispo Agnellus. El mosaico es un complemento perfecto de los restos que aún resisten en pie, de tal manera que podemos hacernos una idea aproximada del aspecto real del palacio. Un edificio elevado sobre columnas, en el centro tres arcos sobre cuatro columnas que sostienen un frontón de inspiración clásica (no solo en el Renacimiento lo hicieron). A ambos lados de esta estructura central dos pasillos con características y estructuras simétricas. El techo está formado por cubiertas a dos aguas de tejas rojizas.
Carlomagno sustrajo algunas columnas decorativas de las ruinas del edificio para incorporarlas a la capilla palatina de Aquisgrán (de clara inspiración ravanesa).
No hay comentarios:
Publicar un comentario