miércoles, 21 de mayo de 2025

OBSERVANDO LA INMENSIDAD DEL CIELO.




El conocimiento actual que tenemos del Sistema Solar, y aún del Universo, es el resultado de miles de años de observación y meticuloso estudio. Una observación que comenzó en los albores mismos de la historia humana. Un tiempo en que el mundo (del Ser Humano) consistía en una pequeña y reducida isla de Tierra (el terruño de cada tribu) limitada por colinas boscosas, lejanas montañas nevadas o por una masa de agua ilimitada de la que no se intuía siquiera el confín. Desde ese espacio cotidiano observaban por encima de sus cabezas un cielo abovedado que era atravesado regularmente por el Sol, una gran bola de fuego, que regalaba su luz y calor a los hombres y las mujeres de la lejana prehistoria, cuando transcurría nuestra infancia como especie. La oscuridad de la noche era atenuada por la luna, brillante y plateada, que se movía impasible entre lejanos puntos destellantes, las estrellas, que se desvanecían en la madrugada y no volvía a aparecer hasta la noche siguiente.

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