La pequeña villa de Auritz/Burguete, instalada en la falda del
Pirineo, nació como burgo comercial y artesanal de Roncesvalles,
para ofrecer servicios al monasterio y a los peregrinos que cruzaban
la frontera.
La calle (y carretera) principal de Burguete se alarga buscando el
valle. El caserío se dispone a ambos lados de la carretera, una
disposición típica de un pueblo del Camino de Santiago (esos que
denominamos camineros).
La vía utilizada por los peregrinos medievales seguían el trazado
de una calzada romana que iba de Astorga a Burdeos (Burdigalia), y
que cruzaba la actual Auritz, una localidad que mantiene vivo el
recuerdo de sus vecinos que murieron, entre terribles sufrimientos,
en las llamas de la hoguera (un fuego purificador).
Salimos del bosque muy temprano, por la carretera enlazamos con
Burguete y el Camino de Santiago atraviesa el casto urbano por la
calle San Nicolás. Hemos madrugado demasiado, la iglesia más
importante de la localidad, San Nicolás, estaba cerrada (como la
mayoría de los templos por los que pasamos delante de sus puertas),
llovía, y hacía frío.
A escasos 2.700 metros de Roncesvalles nos encontramos con su
antiguo burgo, donde las casas se disponen a ambos lados del camino,
un bello ejemplo de pueblo-calle.. Se trata de una típica villa
navarro-pirenaica, con sus arrogantes casas blasonadas de rancio
abolengo. En los dinteles de algunas de estas casonas, aparecen sus
constructores (el matrimonio) y la fecha de su edificación.
Una parada en el larguísimo Camino de Santiago y una parada en la
ruta de Hemingway. Unos cuantos días antes – o unos pocos después
– de las multitudinarias fiestas de San Fermín, Ernest Hemingway,
acompañado de su mujer y de sus amigos se desplazaban hasta aquí a
disfrutar de unos días de asueto en el Hostal Burguete. Al escrito
estadounidense le gustaba pasear por el bosque e ir al río a pescar
unas truchas, desconectar de su trabajo como periodista y disfrutar
del paisaje. Navarra fue destino de Hemingway entre 1923 y 1959,
desde que encontró en las fiestas algo de la emoción que buscaba
para su vida. El bosque de Irati y los encierros de San Fermín, dos
mundos contrapuestos, y en cierto sentido (alguno), complementario,
inspiraron al Premio Nobel algunas de sus obras. Su quehacer
literario le dio a Navarra una proyección internacional que cada vez
coge mayor impulso. Para entender el genio de Hemingway y su obra,
basta pasear por los lugares que le cautivaron: Pamplona, Burguete,
Lekunberri, Aribe, Yesa...
Atravesando Burguete, en el valle del Esteribar, camino de Pamplona,
los Pirineos quedaron atrás.
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