miércoles, 14 de enero de 2015

TODA, REINA MADRE DE NAVARRA



Esposa, madre y nieta de reyes, tía carnal del Califa Abderramán, octagenaria y vitalista, casamentera experimentada, diplomática avispada, exigente y amorosa abuela, comandante de ejércitos y una de las mujeres más destacadas de su época. Una auténtica Reina Madre de Navarra.

Nieta del rey Fortún Garcés , hija de Onecca y Aznar Sánchez, y esposa de Sancho Garcés I , el noble que destronó a su abuelo. Su enlace con el nuevo rey navarro fusionó definitivamente las dinastías Arista (o Íñiga) y Jimena, a través del fruto de su seno, García Sánchez I . Además fue abuela de dos reyes de León, Sancho el Gordo y Ordoño el Malo, y además suegra de Fernán González, el poderoso Conde de Castilla.

Al morir su esposo, Toda peleo contra todo, y contra todos para asegurar el trono a su retoño. Nunca dudó en pactar con León o con Córdoba según las necesidades del momento. De la misma manera que nunca que le tembló el pulso para faltar a lo pactado.

Medió, cual adelantada Celestina en los matrimonios de su progenia, casando a sus hijas con lo mejor de cada casa y asegurando la influencia navarra en los principales estados del momento, fraguando decisivas alianzas. A Sancha la casó sucesivamente con Ordoño II de León, con el conde de Álava, Herreméliz, y finalmente con Fernán González. A Oneca con Alfonso IV de León y luego con un emir de Córdoba, y a Urraca con el hermano y rival de Alfonso, Ramiro II.

Tía carnal del gran califa Abderramán III, en ocasion de una razzia andalusí que se dirigía hacia Pamplona, Toda invocó a los antepasados y a la importancia de los lazos sanguíneos para obligarle a renunciar a su presa. Cuando se presentó en el campamento musulmán para rendir vasallaje fue recibido con altos honores de Reina.

Cuentan ciertas crónicas ultrapirenaicas, que durante la Batalla de Simancas , celebrada victoria cristiana sobre el Islam, la misma Toda, montada a caballo, empuñó la espada que dirigó las mesnadas cristianas hacia el triunfo en la lid.

Abuela exigente y amorosa, con casi ocho décadas de vida, no dudó en obligar a su nieto Sancho I el Craso, depuesto rey de León a consecuencia de su sobrepeso, a viajar a Córdoba para someterse a una cura de adelgazamiento con los especialistas médicos del califato. Después de la convalecencia, con el apoyo de Abderramán se dirigó a León y recuperó el trono para Sancho.


Murió la reina Toda en el año 958, satisfecha de haber vivido una vida plena y haber sido protagonista en los principales teatros de su época.  

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