El Faraón ocupaba la cúspide de
la pirámide social Egipto, una posición que compartía con su
madre, sus esposas y sus hijos e hijas, los príncipes y las
princesas. En el Imperio Antiguo los príncipes ocupaban los altos
cargos de la administración, las princesas, hijas del rey, no podían
desempeñar altos cargos. No obstante, el término príncipe, no
siempre indicaba relación paternofilial.
Desde
tiempos inmemoriales se destinaba el producto de ciertas propiedades
de la corona al sostenimiento de los innumerables príncipes reales,
los cuales empero no permanecían en la ociosidad, sino que debían
someterse a duras tareas, ya sea en la administración del estado, en
el culto o en el ejército.
Kurt Lange.
Pirámides,
esfinges y faraones.
Durante
el Imperio Antiguo, y en virtud de las tumbas, no existía gran
diferencia entre un príncipa y cualquier otro cortesano, en el
Imperio Medio existe algún hijo de rey convertido en gran sacerdote
de algún dios, y en el Imperio Nuevo los hijos del rey son excluídos
del gobierno, a excepción del herededor de la corona que disfrutaba
del título General en Jefe.
El
príncipe Jaemuaset, hijo de Ramsés III, desempeñó el cargo de
sacerdote del dios Ptah, especializado en ceremonias fúnebres.
Enterrado, como tantos otros, en el Valle de las Reinas, Jaemuaset es
un ejemplo de lo alejados que podía estar el hijo del rey, de los
cargos más relevantes del gobierno, ejército y administración.
Las
hijas del rey tenían otra posición y otras funciones diferentes a
sus equivalentes masculinos. En el Imperio Antiguo, podían llevar el
título de princesa, pero en la práctica eran simplemente damas de
alto rango o esposas de los altos cargos. Tenían, sin embargo, un
papel decisivo en la cuestión sucesoria. En ese sentido hubo
princesas que se casaron con sus padres y hermanos faraones. Estos
enlaces matrimoniales se relacionan con la teología, en el sentido
de imitar a los dioses, para separar a la pareja real del resto de
los mortales.
Muchas
princesas y reinas, príncipes y nobles del Reino Nuevo fueron
sepultados en el Valle de las Reinas. Junto a ellos se enterraban a
personas relacionados con ellos, como mayordomos, nodrizas o
educadores, con la idea de que le pudiese seguir sirviendo en el más
allá. En vida los príncipes y las princesas eran amamantados por
nodrizas reales que solían pertenecer a las familias de la nobleza.
Para
la educación de los príncipes y princesas se recurría a tutores
como Senmut, que se encargó de Neferure, la hija de Hatshepsut, o
Imutes, el visir de Tutmosis I. Posteriormente la educación de los
príncipes continuaba en una escuela ubicada en la propia Corte,
donde compartían aula y espacios comunes con los hijos de altos
dignatarios.
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