En las Civilizaciones de la
Antigüedad la religión desempeñaba un papel crucial, para
organizar la sociedad (y darle un sentido a su propia existencia) y
legitimar el poder político. En ese sentido, Egipto no fue una
excepción y los faraones la utilizaron para justificar su posición
de predominio social y político. El culto a los dioses, además,
presidía la vida de todo el pueblo, de forma que el clero que se
ocupaba de ello, alcanzó importantes prerrogativas en el terreno de
la política. Veamos brevemente como evolucionó el poder de ese
sacerdocio a lo largo de los tres milenios (y pico) de historia
egipcia.
El desarrollo de esta destacada
casta sacerdotal comenzó ya en tiempos del Imperio Antiguo. En esta
primera época el clero más importante era el de Re, que tenía su
capital en la ciudad de Heliópolis. El auge del clero heliopolitano
coincidió con el cambio de enterramiento, que ahora se hacía en el
interior de una pirámide, símbolo solar. El faraón Keops,
viéndolas venir, intentó reducir la influencia de este clero, y
para ello colocó a sus familiares y allegados en los principales
cargos políticos y también religiosos.
La siguiente dinastía, la V,
es conocida como heliopolitana, debido a las prerrogativas e
influencia que llegó a ejercer el clero solar, que disfrutaba de
grandes posesiones y exención de impuestos (como los monasterios y
obispados en la Edad Media europea, lo que parece ser una constante
histórica). La progresiva disminución del tamaño de las tumbas
reales se ha puesto en relación, precisamente, con el gran aumento
del poder del clero. La ciudad de Heliópolis, antigua On, que se
había convertido en el centro del culto al dios sol Re, era la
capital religiosa del país y el centro neurálgico del poderoso
clero, que influía (y mucho) en las decisiones y actuaciones del
faraón. En el entorno se construyeron pirámides y obeliscos,
símbolos solares.
Hacia el año 2450 a.C se
produce un cambio, representado por la V dinastía. Al sur de Giza,
en Abusir y Saqqara, hay una serie de pirámides menores que de modo
bien visible dan cuenta de la decadencia del poder real. Es probable
que el cambio de dinastía esté en relación con un movimiento
religioso, pues parece obra de los sacerdotes de Heliópolis, cuya
teología triunfa durante el siglo y medio en que la dinastía V se
mantiene.
A Tovar, W Rölling, I
Gamer-Wallert
Historia del Antiguo Oriente.
Durante el Imperio Medio, el
fulgurante ascenso de los monarcas al trono estuvo acompañado por la
importancia creciente del clero de Amón en Tebas, y la reunificación
polític siguió una unificación religiosa entorno al dios Amón,
convertido ahora en dios oficial. Poco a poco el clero de Amón fue
acaparando cargos y enormes extensiones de tierra. Tebas, la ciudad
de Amón, fue capital religiosa a partir del Imperio Medio. La
influencia del clero de Montu, un dios originario de Tebas, había
aumentado con los faraones de la dinastía XI, pero desde Amenemenes
I, Amón se convirtió en dios nacional.
El clero de Amón poseía en
Tebas dos grandes recintos, el templo de Karnak y el conjunto de
Luxor dedicado al dios Amón. Ambos recintos estaban comunicados por
la gran avenida de las esfinges de tres kilómetros de longitud. El
trazado de la avenida permitía al pueblo contemplar la estatua del
dios levantada por los sacerdotes.
Los sacerdotes de Amón ganaron
prestigio social, e influencia política, acaparando los cargos más
importantes de la administración y del gobierno. En algunos momentos
el conflicto con el faraón era frontal y abierto, como sucedió
durante el reinado de Akhenatón, que declaró la guerra al Gran
Sacerdote de Amón e instauró el culto único al dios Atón. Tras la
muerte de Akhenatón las aguas volvieron a su cauce, y el clero
tebano volvió a disfrutar de sus privilegios.
Durante el Imperio Antiguo y
Medio, el sacerdocio había sido una profesión en su mayor parte no
organizada, siendo el principal del distrito el sumo sacerdote ex
officio del dios local, aunque podía estar asistido por diversos
sacerdotes subordinados. Sin embargo, durante el Imperio Nuevo, al
dedicarse unos recursos considerables a los dioses del Estado, como
Amón de Tebas, Ptah de Memphis y Ra-Harakhte de Heliópolis, el
sacerdocio se convirtió en una profesión muy especializada. Los
sumos sacerdotes son a la vez administradores y eclesiásticos. Así,
Amón tenía no sólo cuatro profetas o sumos sacerdotes, y una serie
de sirvientes menores hasta los que hacían las ofrendas florales,
sino todo un equipo seglar, un jefe de camareros y supervisor de su
granero, almacenes, ganado, cazadores, campesinos, tejedores,
artesanos, joyeros, escultores, carpinteros, diseñadores, archivos y
policía, constituyendo un auténtico enclave dentro del Estado
faraónico. Todos estos cargos y las oficinas correspondientes tenían
que cubrirse con escribas experimentados, aunque su grado de
perfeccionamiento fuera muy diverso, lógicamente.
Cyril Aldred.
Los egipcios
Durante el Tercer Período
Intermedio la unidad del país quedró quebrada de nuevo, los
faraones en el Delta y los grandes sacerdotes de Amón en Tebas. Tras
los disturbios que caracterizaron esta etapa se produjo la
reunificación y durante la dinastía XXII el clero siguió
conservando su poder, y aunque en período ptolemaico fue la única
clase social que mantuvo sus privilegios, su estrella se fue apagando
paulatinamente, alejándose cada vez más del pueblo.
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