Egipto se configuró como un
mundo ordenado, perfecto y armónico, a imitación del Cosmos. La
misión del faraón era precisamente garantizar ese orden universal.
Para ello era necesario controlar y someter a los países enemigos
que estaban bajo el domino de Set (el hermano malvado) donde reinaban
el caos y el desorden.
En el principio de los tiempos
el avefría era una de las formas de representar a estos enemigos,
simbolizando las poblaciones del Delta vencidas por el Alto Egipto en
el momento de la primera unificación. En la maza del Rey Escorpión
aparecen talladas estas avefrías. Estas aves pudieron haber sido un
precedente de los Nueve Arcos, que significaban la totalidad de los
pueblos extranjeros; el conjunto del universo sometido al poderoso
faraón.
El faraón golpeando y el
enemigo arrodillado intentando defenderse, o los contrincantes
derrotados, bajo los pies, o la suela, del rey, era la representación
tradicional de los enemigos derrotados por los egipcios. Mentuhotep
II, con la corona del Alto Egipto masacrando a un soldado libio
aparece en una de estas representaciones. Esta imagen del faraón
sacrificando al hombre derrotado se remonta al período predinástico.
Los enemigos del Antiguo Egipto
se encuentran ampliamente documentados: nubios, libios, sirios,
hititas o los enigmáticos pueblos de mar, aparecen en documentos,
relieves, templos, libros y crónicas. Además, el trono egipcio fue
ocupado por hicsos, libios, etíopes, persas, griegos y romanos, y
ello supuso para los egipcios un grave atentado contra su milenaria
monarquía.
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