Los griegos ya lo sabían es un
viejo adagio que en innumerables ocasiones deja de ser un tópico
para revelarse como una incuestionable verdad. Mil ochocientos años
antes que Copérnico, Aristarco de Samos ya propuso un sistema
heliocéntrico para el Sistema Solar. Aristarco, nacido en Samos, fue
uno de los últimos representantes de la escuela científica jonia
(Asia Menor) y es que en su época, el centro cultural e intelectual
del Orbe Mediterráneo, se había desplazado a la celebérrima
Biblioteca de Alejandría.
Por lo que sabemos, Aristarco fue
la primera persona en afirmar que el Sol es el centro del Sistema
Planetario (desplazando de esa posición a la Tierra) y que todos los
planetas giran alrededor de él. También dedujo, a partir del tamaño
de la sombra de la Tierra proyectada sobre la Luna durante un eclipse
lunar, que el Sol tenía que ser mucho mayor que la Tierra y que
además debía encontrarse a una distancia muy, muy grande. Al
parecer, Aristarco sospechó que las estrellas eran soles lejanos.
Para Carl Sagan El gran
legado de Aristarco es éste: ni nosotros ni nuestros planetas
disfrutamos de una posición privilegiada en la naturaleza. Desde
entonces esta intuición se ha aplicado hacia lo alto, hacia las
estrellas y hacia nuestro entorno, hacia muchos subconjuntos de la
familia humana, con gran éxito y una oposición invariable. Ha
causado grandes avances en astronomía, física, biología,
antropología, economía y política. Me pregunto si su extrapolación
social es una razón principal que explica los intentos para
suprimirla.
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