Belgrado –
Beograd – la Ciudad Blanca, capital de la República de Serbia y
una de las más grandes e influyentes ciudades de todo el sureste de
Europa. Es también una de las ciudades más antiguas del continente,
con rastros de poblamiento humano con más de 7.000 años de
antigüedad (Cultura de Vincha) y protagonista (a veces involuntaria)
de una historia convulsa, al ser el tablero donde las potencias que
dominaron la región intentaron dirimir sus diferencias. Zona
histórica de paso, de pueblos e imperios diferentes y a menudo,
enfrentados entre sí. Si hacemos caso de la Enciclopedia Británica,
Belgrado es la ciudad que más veces ha sido destruida y reconstruida
a lo largo de la historia.
Belgrado, la
antigua y arqueológica, y la moderna e histórica se asienta sobre
un promontorio, justo en el lugar donde el Sava une sus aguas al
Danubio Eterno. La tribu de los escordiscos estableció en este lugar
un asentamiento estable aprovechando su situación estatégica. Este
es el origen remoto de la ciudad Singidunum.
Narodna
skupstina, el edificio de la Asamblea Nacional, con enormes cúpulas
de color verde claro.
Hram Svetog
Save, templo ortodoxo de San Sava, destacan sus cúpulas verdes
esféricas. El interior del templo aún se encuentra en construcción.
Kalemagdan,
la fortaleza inmemorial de Belgrado, en serbio Beogradska tvdarva,
su nombre procede del turco y significa algo así como la
fortaleza del campo de batalla. Uno de los recintos fortificados
más extensos que recuerdo, con fosos, varias líneas de murallas e
incluso el parque zoológico de la ciudad.
Belgrado,
inabarcable, grandiosa, cosmopolita, es como Madrid, pero a la
yugoslava. Bullicio, ajetreo y ruido en sus calles nocturnas, tenía
grandes expectativas con esta ciudad, y no me ha decepcionado.
Sede del
Estrella Roja, la gran sensación del fútbol europeo a principios de
los años '90 y capital de la República Socialista Yugoslava del
mariscal Tito, Belgrado era para mí, un destino lejano e
inaccesible. Pero cayó el Telón de Acero, y más mal que bien
pasaron los duros años '90 y en los albores del siglo XXI por fin
cumplí un sueño de la niñez, conocer Yugoslavia. Aunque sea por
partes.
Cuando uno
viaja tiende a comparar ciudades que ya conoce con lo que está
viendo, a veces de forma incosciente, para mí Belgrado tiene algo de
Budapest, por lo centroeuropeo, y algo de Madrid por capitalidad,
cosmopolitismo y alegría urbana . . . una de esas maravillosas urbes
de la Vieja Europa. (Verano 2013).
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