En 15 de julio de 1410 el
recién nacido estado polaco-lituano conjuró de una vez y para
siempre una perpetua y turbia amenaza: la Orden Teutónica.
Esta orden de caballeros
alemanes en su avance hacia el este terminó topando con un poderoso
enemigo. Durante años los polacos tuvieron que aguantar las
intromisiones teutónicas, pero la unión dinástica con el Gran
Ducado de Lituania iba a desequilibrar la balanza a su favor.
Los polacos la llaman
batalla de Grunwald, para los lituanos es la batalla de Zalgiris
(bosque verde) mientras que los alemanes se refieren a ella como
batalla de Tannenberg, y es que el choque se produjo en los
alrededores de estos pueblos. El rey de Polonia, Vladislao II
Jagellón y el gran duque de Lituania, Vitautas, reunieron un numero
ejército, formado por unos 10.000 infantes y la friolera de 30.000
caballeros para enfrentar a una fuerza ligeramente superior dirigida
por el Gran Mastre Ulrich von Jungingen.
La batalla fue larga,
dura y sangrienta. La maniobra de falsa retirada del ejército
lituano y la entrada en combate de las reservas polacas fueron los
momentos decisivos de la batalla.
Después de la clara
derrota, la Orden Teutónica inició un lento declive y los polacos
ya no tuvieron que temer al, otrora, peligroso enemigo. Aunque 529
años después de esta batalla fueron los panzers nazi los que
arrasaron la llanura polaca quebrando la débil defensa polaca.
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