En las regiones boscosas
y húmedas la madera ocupó el lugar de la piedra. Donde la materia
mineral escasea las iglesias se levantaron utilizando la madera. En
Maramures (norte de Rumanía) podemos disfrutar con la visión de
estos curiosos edificios tan alejados de los cánones arquitectónicos
mediterráneos. Pera llegar hasta algunas de ellas, las más
recónditas, es necesario conducir por estrechas carreteras y
carriles de tierra. Al más puro estilo rally.
Estos sugerentes
templos, como el de Rozavlea, son de pequeñas proporciones y se
circunscriben a una ámbito rural, donde sigue mandando la tradición.
La iglesia de madera de Rozavlea – Biserica de lemn din Rozavlea –
se ha convertido en un símbolo de la población donde se encuentran
y supone un extraño contraste, respecto a modestos edificios de obra
(algunos a medio hacer) que lucen fachadas de vivos colores.
En la orilla de una
polvorienta carretera, protegida por una cerca de escasa altura, en
cuyo interior se amontonan tumbas cuidadosamente adornadas con
flores, y del que sobresalen rústicos crucifijos de madera, se ubica
esta iglesia. Una torre cuadrangular destaca por encima del resto del
edificio, como un faro en un rocoso acantilado.
El templo está dedicado
a los Santos Arcángeles Miguel y Gabriel y se construyó a principio
del siglo XVIII después que los tártaros destruyeran la anterior.
Los constructores de esta iglesia no eran simples labriegos, sino
carpinteros altamente cualificados, que utilizando grandes troncos
eran capaces de crear estas pequeñas maravillas arquitectónicas,
incluidas por derecho propio en la lista del Patrimonio de la
Humanidad de la Unesco.
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