Predicador mendicante,
hombre de acción, condotiero de la cruz y apóstol del pueblo. Juan
Capistrano nació en un pequeño pueblo italiano del que tomó su
nombre, estudió leyes en la Universidad y aunque contrajo matrimonio
nunca llegó a consumar. En su caso las tetas tiraban menos que la
palabra de Dios, y convencido de lo efímero de la riqueza material,
abandonó sus quehaceres e ingresó en la Orden Franciscana. Durante
cuarenta años predicó desde las plazas de pueblos y ciudades de
media Europa, utilizando técnicas teatrales y gestuales para arengar
a las masas, comía frugalmente, dormía poco, vestía humildemente y
cojeaba a casa de la artritis. Consejero y embajador de varios
pontífices, predicaba contra la vanidad y el amor mundano, persiguió
a los judíos, combatió a los fraticelli (una rama herética dentro
de sus misma orden), actuó como inquisidor cuando hizo falta,
predicó en Polonia y Hungría y lanzó una cruzada contra los
husitas de Bohemia.
Cuando cayó
Constantinopla se puso al frente de la resistencia contra los turcos
que avanzaban imparables hacia Hungría. Siguiendo las directrices
del papa Calixto III (que había llamado a la cruzada) Juan
Capistrano reclutó un ejército de fanáticos por toda Hungría,
campesinos, panaderos, artesanos... que en 1456 se unieron a las
tropas de Janos Hunyadi para defender Belgrado, el último bastión
cristiano. Este capellán castrense, enarboló la bandera de la cruz
y animó a las huestes que consiguieron rechazar las acometidas
turcas y finalmente romper el cerco. El fraile fue vitoreado por los
habitantes de Belgrado pero contrajo la peste que se había apoderado
de la derruida ciudad. Murió pocos meses después. Considerado el
“más grande predicados ambulante de toda la Edad Media” y
llamado en ocasiones “el Apostol de Europa” fue canonizado en
1690.
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