Comerciantes venecianos,
soldados, trabajadores y campesinos croatas, y nobles húngaros,
convivieron (más mal que bien) y dejaron su impronta en este hermoso
país balcánico. Posiblemente esa mezcolanza sirva para explicar el
carácter afable y acogedor de sus gentes. Durante los siglos
plenomedievales gran parte de la Croacia actual estaba integrada en
el Reino de Hungría, el reino medieval más poderoso de Europa
Centro-Oriental. Magiares y venecianos pugnaron durante décadas por
el control de la costa dálmata. La superior flota de la república
de San Marcos acabó triunfando en el mar y llevándose (y nunca
mejor apuntado) el gato al agua.
El reino de Croacia,
unificado y fundado por Tomislav I en 925 perdió su independencia
nominal con la muerte del rey Dimitar Zvonimir en 1091. Sin la
existencia de un sucesor, su viuda, Helena de Hungría, ofreció el
trono a su hermano Ladislao , rey de Hungría. Una parte de la nobleza
croata eligió a su propio rey Petar Svacic. Durante unos años, en
los que se produjo la muerte de Ladislao, la coronación de Colomán
y la intromisión de Venecia, la situación política en Croacia era
confusa e inestable, hasta que en 1097 se produce el choque armado
entre húngaros y croatas en la batalla de la montaña Gvozd. El
enfrentamiento finalizó con la muerte del aspirante croata y la
coronación de Colomán , llamado el Bibliófilo, como rey de Croacia.
Desde este momento y a lo largo de ocho siglos Crocia quedó
vinculada a Hungría hasta la disolución del Imperio Austro-Húngaro
al finalizar la Primera Guerra Mundial.
Los magiares utiizaron
las fortalezas, como la de Klis para defender la región.
Primeramente de los venecianos que constantemente intentaban someter
la costa de Croacia. Tras varios vaivenes (Zara cambió varias
vences de manos) a partir de 1420 la República de San Marcos se
implantó en la región de forma perdurable. El otro enemigo al que
tuvieron que hacer frente eslavos y húngaros unidos fueron los
turcos del Imperio Otomano. Ladislao I fundó el obispado de Agram
(Zagreb ) y en general los monarcas húngaros patrocinaron la
implantación del catolicismo en el país, de forma paralela al
crecimiento de la iglesia ortodoxa en la vecina Serbia. El rey de
Hungría delegaba en un ban (una especie de virrey) el gobierno de
Croacia, que en la práctica funcionaba de forma autónoma y contaba
con su propia dieta. Algunos de estos banes, como Belos Bukanovic,
pertenecían a la aristocracia eslava.
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