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sábado, 16 de diciembre de 2017

DOMASH TVERDISLAVICH.



Unos días antes de la gloriosa batalla del lago Peipus (1242) en la que los guerreros de la santa Rusia, comandados por Alexander Nevski, derrotaron a la Orden Teutónica, se produjo un choque en el puente de Moeeste. El boyardo de Novgorod Domash Tverdislavich fue emboscado y asesinado, cuando intentaba rescatar a algunos de sus hombres. Domash murió, pero algunos de sus hombres pudieron huir y advertir que el enemigo avanzaba.

martes, 6 de junio de 2017

EL NACIMIENTO DE RUSIA.



De la explosiva mezcla entre vikingos y eslavos surgió el pueblo ruso. Los eslavos ocupaban las tierras esteparias y los bosques de Europa Central y Oriental, extendiéndose desde el mar Báltico hasta el mar Negro. Un pueblo de pacíficos campesinos sedentarios, divididos en numerosos linajes y clanes que se organizaban en principados y confederaciones sin llegar a constituir un estado unitario. Hacia el siglo VIII los escandinavos, principalmente suecos, comenzaron a visitar estas tierras. Aventureros, buenos navegantes y terribles guerreros, los vikingos terminaron por dominar a los pueblos eslavos establecidos en la amplia llanura del Dnieper.


Los rus, nombre que le dieron los eslavos a estos vikingos, establecieron enclaves comerciales permanentes en las inmediaciones del lago Ladoga y en los estuarios de los ríos que vertían sus aguas en el Báltico. Durante los meses más fríos del año se refugiaban en estas colonias y con la llegada de la primavera remontaban los ríos y penetraban tierra adentro. Estas expediciones iban parando de aldea en aldea para cobrar tributos a cambio de proteger a sus pobladores. Los varegos dinamizaron el comercio y las ciudades florecieron en torno al gran eje mercantil que unía Constantinopla con el mar Bático.


Desde el lago Ladoga partían dos rutas fluviales hacia la gran Rusia. Algunos comerciantes navegaban hacia el este a lo largo del Volga. En las ciudades comerciales que jalonaban el camino, como Bulgar o Itil, podían intercambiar pieles y esclavos por plata árabe. Avanzando más hacia el sur era posible cruzar el Caspio y llegar a Bagdad. Otros mercaderes descendían por el Dnieper hacia el sur, y a través del mar Negro alcanzaban Bizancio. Los barcos vikingos usaban velas y en ocasiones también remos para navegar. A veces era necesario echar pie a tierra y cargar los livianos barcos sobre los hombros para salvar obstáculos. Para protegerse navegaban formando pequeñas flotillas.


Cuenta la tradición que los eslavos, hartos de luchas intestinas y de interminables conflictos con los fineses, pidieron a los jefes varegos que los gobernaran, de esta manera, Riurik creó un reino alrededor de la ciudad de Novgorod. Un sucesor de Riurik, Oleg, amplió su esfera de influencia, se apoderó de Kiev, eliminó a los jefes locales y estableció una suerte de principado. 


En palabras de John Haywood “Oleg se trasladó de Novgorod a Kiev y lo convirtió en la capital del Estado rus. Los rusos han visto tradicionalmente la fundación del Estado rus de Kiev como el punto inicial del moderno Estado ruso”. Los siguientes soberanos, Ígor, Olga, Sviatoslav I, Vladimir I y Yaroslav el Sabio, consolidaron el principado. Con el paso del tiempo la fusión entre ambos mundos fue total, pero aún quedaba un último elemento para amalgamar al futuro pueblo ruso; la religión ortodoxa.


Constantinopla era una golosina demasiado apetecible para obviarla, y los sucesivos señores de las llanuras mostraron interés por ella. Igor y Sviatoslav intentaron en vano conquistarla por las armas pero sería la inteligencia y la diplomacia las que lograrían el triunfo. En la segunda mitad del siglo X, Vladimir, que mantenía excelentes relaciones con el emperador Basilio II, se casó con una de sus hermanas y se convirtió al cristianismo. Junto al príncipe se bautizaron varios miles de soldados en Kiev, en las aguas del Dnieper. El hijo de Vladimir, Yaroslav, que ha pasado a la historia como el Sabio, consiguió afirmar la identidad rusa, llevando a cabo una política totalmente independiente de los emperadores bizantinos y configurando una iglesia nacional.


Durante el reinado de Yaroslav Rusia se convirtió en un país próspero, donde artesanía y comercio experimentaron un desarrollo espectacular, se pusieron por escrito las antiguas costumbres locales y se codificó la legislación rusa, una combinación de leyes bizantinas y derecho consuetudinario eslavo. Tras el deceso de Yaroslav las tierras rusas se disgregaron en varios principados, y aunque esta es otra historia, los rusos habían adoptado el cristianismo y el concepto de poder bizantinos, un hecho que iba a permitir a Moscú, varios siglos más tarde, reclamar para sí el título honorífico de Tercera Roma.




martes, 11 de abril de 2017

PERÚN.



El poderoso Perun, cuyo rugido rompe los cielos en las tempestades, es venerado por los príncipes eslavos y sus acólitos, y era invocado como garante de los juramentos. Dios supremo del cielo, del trueno y del rayo, auténtico señor de la guerra, presente en los primitivos templos paganos de Kiev y Novgorod.



Perún corresponde a un concepto de dios uranio extendido ampliamente por toda Europa; los griegos lo llamaron Zeus, los romanos Júpiter, los vikingos Thor y los cuasi hermanos baltos, Perkunas. Cuando Cristo llegó a tierras rusas, el propio príncipe Vladimir I, ordenó la destrucción de la talla de madera que representaba al dios. Los devotos paganos lloraron amargamente al contemplar el ocaso de sus dioses.  


miércoles, 10 de agosto de 2016

LESZEK I EL BLANCO.



Leszek I el Blanco – Leszek Bialy – hijo de Casimiro II el Justo y nieto del rey Boleslao III Bocatorcida, fue duque de Sandomierz (uno de los territorios que surgieron con el colapso del reino de Polonia en el siglo XIII) y a ratos (cuando las circunstancias lo permitían) Gran Duque de Polonia, un título que le situaba por encima de los otros miembros de la casa Piast. Un reinado con interrupciones motivadas por los continuos conflictos con su tío Miezko III el Viejo y su primo Vladislao III Piernas Largas, que le sustituyeron hasta en cuatro ocasiones, sin que al final se sepa muy bien, quien usurpó el poder a quién. En los momentos en que estaba aposentado en Cracovia como Gran Duque, su posición (a pesar de no ser coronado) era similar a la de un monarca feudal.


Cuando murió su padre, Leszek comenzó a luchar contra sus familiares (contra quién si no), para hacer vales sus derechos sucesorios, por su carácter conciliador cedió a su hermano Conrado, el ducado de Masovia, y su ardor guerrero le llevó a derrotar en batalla al príncipe de Novgorod, Román el Grande (que además murió en la refriega). Con Hungría se las tuvo tiesas por el control de Galitzia y puso a Polonia bajo el protección del papa Inocencio III, encabritando de paso al emperador alemán de turno.


En noviembre de 1227 acudió a una reunión con otros nobles, pero fueron emboscados, y aunque Leszek consiguió huir fue alcanzado en la espalda por una saeta traidora. Swientopelk II de Pomerania estuvo detrás de los tejemanejes de la conjura.




jueves, 8 de octubre de 2015

FINLANDIA, HISTORIA DEL PAÍS DE LOS MIL LAGOS.



En los confines boreales de Europa se extiende Finlandia, la Tierra del Fin del Mundo, cuyo territorio ha sido históricamente un campo de batalla, donde las potencias regionales (Suecia y Rusia) han dirimido, con frecuencia, sus diferencias. Un país que siempre ha pretendido desligarse tanto de Escandinavia como de Rusia.


Cuentan que sus primeros habitantes fueron los saamis, también conocidos (mal llamados dicen) como lapones, que basaban su existencia en la caza, la pesca y el pastoreo de renos. A comienzos de la Era Cristiana fueron desplazados a las regiones más septentrionales por la progresiva penetración de los fineses que procedían de Estonia. En el siglo XI se produjeron algunos choques violentos con los vikingos que comerciaban en el golfo de Finlandia, y en esa misma centuria fue introducida la religión cristiana, que poco a poco lograba alcanzar los puntos más inaccesibles de Europa.


En 1150 el rey de Suecia Erik IX lanzó una cruzada contra los fineses, cuya consecuencia fue la ocupación sueca de Finlandia. A partir de ese momento Finlandia se convirtió en la disputada frontera entre los suecos y el principado ruso de Novgorod, y por tanto, en el escenario de continuas luchas, que concluyeron en 1323 con la victoria sueca y la conversión de Finlandia en un Ducado.


En el siglo XV se extendió por el país la Reforma protestante, y en 1527 Gustavo Vasa, monarca sueco, extendió sus dominios en Laponia y fundó Helsinki (1550), transformándose en Gran Ducado. A finales del siglo XVI ese Gran Ducado fue suprimido, la nobleza local diezmada y Finlandia totalmente sometida a Suecia. Y en esas estaba cuando el zar Alejandro I conquistó el país en 1809. Desde ese momento y hasta finalizada la Segunda Guerra Mundial, Finlandia, más o menos vinculada y/o sometida a Rusia, no consiguió la independencia plena.


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