miércoles, 11 de septiembre de 2024

LAS VILLAS VENECIANAS DE PALLADIO.

 


A mediados del siglo XVI los patricios venecianos comenzaron a mostrar gran interés por las tierras de cultivo, como un medio eficaz para mantener la independencia económica de la república, y asegurarse el abastecimiento de los productos del campo, y no tener que depender (en exclusiva) de los grandes proveedores de grano del Norte.


Con esta finalidad se mejoraron las tierras pantanosas a través de sistemas eficientes de drenaje y se desarrollaron nuevos métodos de cultivo. Además se experimentaron cosechas de otras especies, en particular el maíz, que había llegado a Europa unas décadas antes, tras el descubrimiento de América. Podemos rastrear el origen de la polenta, contorno típico de los platos venecianos, en esos momentos.


Frescos de Villa Caldogno. Escena de la vida en la villa. 


A raíz de esta novedosa situación comenzó una frenética etapa constructiva. Andrea Palladio fue el arquitecto que con más éxito respondió a la demanda de villas desde las que administrar estas haciendas agrarias, construyendo una serie de villas a lo largo de todo el territorio continental veneciano (Dominio de Terraferma). El arquitecto proyectó edificios de la máxima dignidad y lujo, que pudieran construirse con la fuerza de trabajo local disponible, utilizando para ello materiales sencillos y baratos: ladrillo simple recubierto con estuco, y con escasa (o nula) necesidad de piedra tallada. El uso de frontones clásicos producían un efecto señorial en las fachadas principales de los edificios.


Con frecuencia las mismas familias que encargan a Palladio la construcción de su palacio en la ciudad le hacen construir también su villa en el campo: palacio y villa representan dos caras de la misma realidad social. La casa urbana se inserta en una condición espacial dada, la perspectiva de la calle; la villa se inserta en un ambiente paisajístico siempre distinto, abierto a todas direcciones. Con respecto a la calle, el palacio es una fachada, un plano frontal; con respecto al horizonte y al paisaje que la rodea, la villa es un organismo articulado, condicionado por la variedad de los puntos de vista, el carácter del emplazamiento, las pendientes del terreno, etc.”

Giulio Carlo Argan.

Renacimiento y Barroco. II. De Miguel Ángel a Tiépolo

[Storia dell'arte italiana].


En el caso de la Rotonda, Villa Capra, uno de sus obras más celebradas, ubicada a las afueras de Vicenza, era más un lugar de retiro suburbano que una villa rural propiamente dicha. Estamos quizás ante la realización más perfecta del ideal renacentista de construcción aislada de planta central. La concepción de la Villa Capra es fruto de un afán geometrizador exacerbado, basado en proporciones matemáticas exactas.


Villa Foscari 


Aún siguen en pie una veintena de villas diseñadas por Palladio, más sencillas que la Rotonda, pero perfectamente armonizadas con el paisaje. Se trata, por lo general, de construcciones rústicas anejas. Y si bien, no hay dos que sean exactamente iguales, todas ellas son armoniosamente proporcionadas. Entre las más destacadas podemos citar la Villa Foscari o de la Malcontenta, y la villa Barbaro de Maser.


Estas villas o casas de campo, productos del genio creador palladiano, tratadas a veces como auténticos templos, el arquitecto consigue integrar como nunca se había logrado la arquitectura y el paisaje. Se piensa que estas villas con pórticos de entrada parecen haber sido el origen, a través de Inglaterra, del tipo de mansión del sur de los Estados Unidos (reinvención constante de las formas artísticas).


Acaso en este sentido la villa palladiana, nacida de una exigencia social completamente veneciana, constituye el campo más libre de su fantasía. Cada una es una solución nueva e inesperada. Superficies claras interrumpidas por logias, torrecillas que delimitan el espacio intermedio con cadencia métrica y pórticos que surgen en los costados son los principales motivos de su sintaxis. No sólo las galerías que cubren toda la fachada hacen a ésta aérea y ligera, sino que se extienden y se proyectan hacia fuera, captando por todas partes el espacio para rimarlo o multiplicarlo como en su obra maestra, la Rotonda de Vicenza”.


El Arte y el Hombre.Volumen II

dirigida por René Huyghe.

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