lunes, 24 de febrero de 2020

OLVIDAMOS.




Nos volvimos urbanitas, nos encerramos en colmenas de hormigón y olvidamos a que huele la tierra mojada. Perdimos la sal de la vida, arrinconamos a la Madre Naturaleza y pretendimos vivir al margen de ella. Construimos carreteras, autopistas y autovías, y las vallamos, las cercamos por si a alguien se le ocurría detener el coche e irse a pasear al campo, en lugar de acudir a la oficina. Cambiamos la madera y la piedra, por el hormigón y el acero, y dejamos de respetar las leyes atávicas que ya en las cavernas nos dictó Gea. Exprimimos la uva y fermentamos los cereales, y bebimos a la salud de la Pachamama. Pero también dejamos de hacerlo, olvidamos nuestras raíces, abandonamos a su suerte a nuestra madre común. En el proceso intentamos desprendernos de nuestra alma animal, nos enchufamos a aparatos de todo tipo, y hoy, bien entrado el siglo XXI, no sabemos si somos robots, o seguimos siendo seres vivos, sintientes y pensantes. Por eso me gusta visitar lugares como este, para que nunca se me olvide de donde vengo. 
Sábado 15 de Febrero de 2020. 
Laguna de la Mata y Torrevieja.

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