martes, 11 de febrero de 2020

EL DELTA, EL VALLE Y EL DESIERTO.



Espacio geográfico unificado, aunque para ellos existe el Alto Egipto (Sur) y el Bajo Egipto (Norte) en torno al Delta. Incluso se habla del Egipto Medio. El Faraón llevaba la corona del Alto (blanca) del Bajo (roja) Egipto. Estas coronas son símbolos de unificación. El faraón es el jefe político y religioso. La historia de Egipto es una sucesión de unificaciones y desunificaciones, correspondiento los grandes períodos de esplendor con la unificación del Imperio y y de forma caótica cuando se encontraba desunificado.


Los egipcios llamaban al valle y al delta Kemet o tierra negra, en oposición al desierto, que ellos denominaban Desheret, que significa tierra roja, mientras que el mar era denominado Udja ur, el gran verde.
Ana María Vázquez Hoys
Antiguo Egipto


Hace cincuenta millones de años, probablemente todo Egipto estaba debajo del mar. Cuando las aguas se retiraron progresivamente, el Nilo empezó a socavar el valle, y el Delta no existía todavía con el aspecto que tiene ahora. Se formó un paisaje muy peculiar debido a los movimientos de elevación del valle y la excavación definitiva del lecho del Nilo, así como a los cambios climáticos. El Egipto prehistórico era como un inmenso oasis, ya que las tierras que le rodeaban se habían desecado. En este emplazamiento iba a nacer una civilización coherente.

El norte de Egipto, el Delta, es un terreno pantanoso con algunas partes impenetrables. En los macizos de cañas y papiros viven miríadas de pájaros, grullas, patos, codornices, etc. Cocodrilos e hipopótamos reinan en las aguas, donde viven infinidad de peces. Se trata, de hecho, de un verdadero mar donde los papiros más altos llegan a alcanzar seis metros de altura. No hay lugar para el hombre. En el período histórico, el papiro, hoy en día desaparecido de Egipto, será un material esencial: servirá como soporte para la escritura, pero también para hacer barcas, maromas, esteras o sandalias. La planta perdurará en el espíritu egipcio como el símbolo de la energía vital; por esta razón, en los templos se erigirán columnas papiriformes que encarnan el crecimiento vegetal.

En el valle del Nilo, en el Alto Egipto, las orillas todavía están cubiertas de vegetación, y también se encuentran bosques de papiros. El limo del Nilo empieza a sedimentarse, proporcionando al principio del período neolítico una posibilidad de civilización agrícola. Pronto quedará patente el contraste entre la tierra negra, la del Egipto cultivado, y la tierra roja, la del desierto. Poco a poco se crea una larga zona cultivada, que atraviesa zonas hostiles e inhospitalarias.

Hacia el oeste, el desierto libio es una parte del Sahara, a veces pedregosa, a veces arenosa. En esta época, la desertización no era tan evidente como hoy día; había algunas zonas de pasto, otras de tierra cultivable. Allí vivían poblaciones libias que nunca alcanzaron el alto nivel cultural de los egipcios. Tenían la piel blanca, los ojos azules y los cabellos rojizos; llevaban una pluma como signo distintivo de su raza. Probablemente poblaron los oasis de Siua, Farafira, Dajla, Jarya y Bahriyya. Sus relaciones con los egipcios siempre fueron difíciles. La parte este no es mucho más acogedora, pero con porta una vía de acceso estratégico hacia las regiones que forman Palestina y bordean la península del Sinaí. En este lugar, como en el este de Coptos, los egipcios trazaron pistas para ir hacia las canteras donde encontraban oro, malaquita, cobre, turquesa. En Serabit al-Jadim se veneró desde época muy temprana a Hator, «la dama de las turquesas». Las condiciones de extracción eran muy penosas, pero muchos reyes, como ya veremos, se preocuparon de hacer utilizables los caminos del desierto y de mejorar las condiciones de trabajo en las canteras.

En el sur, Nubia, que empieza en la primera catarata, es un país mucho menos rico que Egipto, pero sus productos exóticos y el oro interesaron a los faraones. Nubia, a veces colonizada, a veces más o menos independiente, nunca será considerada como parte integrante de la tierra de Egipto. Sus habitantes no hablan egipcio, tienen otra cultura, otras costumbres. Las cataratas, es decir, rápidos provocados por rocas que bloquean el curso del Nilo, son un obstáculo para la circulación de los hombres y de las ideas.
Christian Jacq
El Egipto de los Grandes Faraones.

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