El advenimiento del Imperio
Antiguo supuso la consolidación del primer Estado territorial y
centralizado de la Historia, al mismo tiempo, que la eclosión de la
civilización egipcia. A lo largo de esta etapa se establecieron las
bases del Estado y de la sociedad, unos modelos que sufrieron pocos
cambios en aproximadamente 3000 años.
La unificación y
centralización política, obra del último rey tinita Jasejemuy,
sentaron las bases del Imperio Antiguo. Sus hijos Sanajt-Nebka y
Dyoser inauguran la dinastía III, y con ella el Imperio Antiguo.
Dinastía III. De esta dinastía
destaca el faraón Zoser, que mandó construir la famosa pirámide
escalonada de Saqqara, para que fuese su tumba, precedente inmediato
de las grandes pirámides. El verdadero artífice fue el sabio
Imhotep, visir, médico, arquitecto y sacerdote, uno de los primeros
grandes sabios de la humanidad. La construcción de la primera
pirámide significa por un lado, un salto cualitativo en la
arquitectura, y por otro un cambio sustancial en el ritual funerario
real, con la adhesión por parte de la monarquía, de los postulados
teológicos del clero de Heliópolis. Desde estos momentos, las
relaciones entre la monarquía y el clero heliopolitano definen (de
alguna manera) el devenir histórico del Imperio Antiguo.
Las dinastías IV, V, y VI
suponen el primer periodo de esplendor de la civilización egipcia,
considerada paradigmática en tiempos posteriores. No obstante, hay
quien piensa que durante el Imperio Antiguo Egipto alcanzó su punto
máximo, nunca después igualado.
Durante el Reino Antiguo,
Egipto experimentó un largo e ininterrumpido período de prosperidad
económica y estabilidad política, como continuación del Dinástico
Temprano. Rápidamente se convirtió en un Estado organizado de forma
centralizada, gobernado por un rey que se creía dotado de poderes
sobrenaturales cualificados. Estaba administrado por una élite
alfabetizada seleccionada, al menos en parte, por sus méritos.
Egipto gozaba de una casi completa autosuficiencia y seguridad dentro
de sus fronteras naturales; no tenía rivales externos que amenazaran
su dominio sobre la zona noreste de África y las regiones
inmediatamente adyacentes de Asia occidental. Los avances en las
ideas religiosas quedaron reflejados en los impresionantes logros de
su arte y arquitectura.
Jaromik Malek.
Historia del Antiguo Egipto.
Oxford. Edición de Ian Shaw.
Egipto se expande hacia otros
lugares por fines económicos, la carencia de materias primas, como
la madera. La capitalidad se traslada a Menfis y se consolida el
sistema sociopolítico basado en un Rey-Dios.
Dinastía IV. Snefru que reinó
más de veinte años fundó esta dinastía, realizó importantes
expediciones militares y completó de diseñar el complejo funerario
clásico: templo del valle, calzada, templo adosado y pirámide.
Keops, Kefren y MiKerinos son
los artífices de las grandes pirámides de la llanura de Gizeh. La
pirámide ha sido interpretada como tumba real, o más bien como
símbolo indicador de una determinada forma de gobierno. Para
acometer esta magna empresa fue necesario un estado fuerte,
centralizado y provisto de recursos inagotables. El estado alcanzó
el poder absoluto y se impuso al clero. La magnitud de las
construcciones es un fiel reflejo del poder del estado y de los
soberanos que las mandaron erigir. Estos reyes se identificaron con
el dios Ra.
El
Estado del Imperio Antiguo no solo era el principal propietario de
Egipto, sino tambien el principal empresario. Muchas veces se ha
dicho que el indice de prosperidad de las diferentes etapas de la
historia de Egipto puede medirse por los monumentos que cada una de
estas etapas nos ha dejado. Durante el Imperio Antiguo los
principales monumentos no son otros que los que se encuentran en las
necropolis reales menfitas. Como ha argumentado Kemp, la construccion
y equipamiento de estas necropolis y de sus monumentos mas
conspicuos, las piramides, fue la principal actividad economica del
Estado. A nosotros toda esta actividad puede parecernos improductiva,
pero hay que reconocer que en su momento promovio la actividad de una
importante mano de obra altamente especializada de artesanos,
artistas, arquitectos e incluso de mandos encargados de organizar
todas estas tareas.
Josep
Padró
Historia
del Egipto Faraónico.
Dinastías V y VI. Durante este
tiempo el poder que fueron alcanzando los nomarcas provinciales
empezó a debilitar a la monarquía. El cargo de nomarca, hasta ahora
nombrados por la corona, consigue hacerse hereditario.
Sacerdotes y templos. Los
templos comienzan a enriquecerse gracias a las donaciones de tierras,
las ofrendas y los privilegios fiscales. El clero heliopolitano
comienza a influir en la política estatal, socavando la autoridad
del faraón. Con la dinastía V el clero controló a la monarquía y
las pirámides reales redujeron su tamaño.
Vida de ultratumba. El rasgo más
característico de la religión egipcia es la creencia en un más
allá, la posibilidad de vivir después de la muerte en el reino de
Osiris. Para ello era preciso conservar el cuerpo del muerto, de ahí
la imperiosa necesidad de momificar a los cadáveres, tarea que
corresponde al dios chacal Anubis. El objetivo era que el difunto
pudiese llegar en buenas condiciones al tribunal de Osiris. Durante
el Imperio Antiguo la idea de la supervivencia tras la muerte
incluyó, por primera vez en la historia, a otras personas además de
la casa real (debido al creciente poder de algunos elementos
sociales).
Arte. La principal innovación
arquitectónica fue la construcción de la pirámide escalonada a
partir de la superposición de diferentes mastabas, germen de las
grandes pirámides de la Dinastía IV.
Las pirámides de Giza
representan el símbolo definitorio del antiguo Egipto. En términos
históricos, señalan el primer gran florecimiento de la civilización
faraónica, el Imperio Antiguo. Pero las pirámides y la sofisticada
cultura que representan no surgieron de repente, plenamente formadas,
sin un largo período de gestación. Los orígenes y el desarrollo
inicial de la civilización de Egipto se remontan al menos a dos mil
años antes de las pirámides, al remoto pasado prehistórico del
país.
Durante un período de
muchos siglos, las comunidades que vivían en el fértil valle del
Nilo y en las secas praderas que se extendían al este y al oeste
desarrollaron las principales piedras angulares de la cultura
egipcia, su cosmovisión característica, configurada por su peculiar
entorno natural. Cuando los diversos territorios rivales pasaron,
mediante el comercio y la conquista, a forjar el primer Estado-nación
del mundo, el ritmo del desarrollo social se aceleró, y con el
advenimiento de la primera dinastía de reyes egipcios se completó
la lista de los principales elementos del cuadro. Los ochos siglos
siguientes presenciaron el surgimiento de una gran civilización y de
su más plena expresión en los monumentos más representativos de la
meseta de Giza. Sin embargo, y como los propios egipcios sabían muy
bien, el orden y el caos van constantemente de la mano. Tan
rápidamente como había florecido, aquel Estado, sometido a una
tensión excesiva, se marchitó bajo las presiones internas y
externas, llevando el Imperio Antiguo a un final ignominioso.
Toby Wilkinson.
Auge y caída del Antiguo
Egipto.
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