Comienza la mañana, envuelta por la bruma.
Payares, hubo un tiempo en que el tráfico rodado que atravesaba la cordillera Canábrica entre León y Asturias pasaba por esta carretera. ¿Cuántos viajeros habrán parado a tomar un café, un bocata o un plato del día en el establecimiento donde pasamos la noche?.
Esa maravillosa sensación de adentrarse en la montaña con las primeras luces del alba.
El agua es la sangre de las montañas.
En la ladera de la montaña San Miguel del Río. El descenso hasta aquí es demoledor para las piernas frías de los primeros kilómetros del día.
Una escuela de otro tiempo.
Estos ríos de alta montaña son el hábitat ideal del simpático Mirlo Acuático, el bailarín de las aguas fluviales.
Caserío de Santa Marina, sus estrechas callejuelas de fuerte pendiente conducen al caminante directamente al interior del bosque.
El bosque soñado de nuestra infancia.
Entre las arboledas se insertan los prados donde pacen las reses.
El sendero nos conduce al corazón de Chanos o Llano de Somerón.
Dos elementos significativos. La iglesia dedicada a Santiago y vinculada por tanto al camino de peregrinación y el tejo centenario, antaño escenario de los concejos vecinales. Las sociedades siempre han buscado la sabiduría de los árboles.
Una etapa con grandes contrastes, duros repechos y descensos interminables. Comenzamos el día a mil metros de altitud y lo acabaremos a unos trescientos.
Estación de tren de Puente de los Fierros. En el siglo XIX desempeñó un papel fundamental en la construcción de la Rampa de Pajares.
Fresneo.
Esencial.
El alimoche siente predilección por los lugares montañosos.
San Miguel de Eros, la devoción por San Miguel está muy extendida por toda la zona a juzgar por el número de iglesias y ermitas consagradas al arcángel.
Los caminos atraviesan el bosque y comunican aldeas y caseríos.
Campomanes, otra parroquia del Concejo de Lena. Abandonado el bosque, nos acercamos a la vía férrea y a la N 630.

























































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