Nobles
y burgueses, prohombres y patricios urbanos, dirigían prósperos
negocios, y tenían en sus manos el destino de campos, ciudades y en
ocasiones de infantes, príncipes y reyes. Paseando por la población
cacereña de Trujillo es fácil encontrar las casas fortificadas que
estos señores se hacían construir en la parte noble de la ciudad.
Se trata de edificios que cumplían una triple función: residencia,
defensa y símbolo de prestigio social. El alcazarejo de los
Bejaranos es un magnífico ejemplo de este tipo de construcción
medieval. Es una obra de los siglos XIII – XIV y está emplazado
junto a la puerta del Triunfo, una de las entradas principales que
tenía Trujillo después de la conquista cristiana. En sus muros y
fachadas podemos contemplar elementos arquitectónicos mudéjares y
renacentistas, y sobre la puerta principal – del siglo XV – el
escudo de armas familiar: un león rampante con cuatro cabezas de
dragón.
Pequeños cuentos centroeuropeos
Hace 1 hora
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