En el paraje natural de
los Alcornocales, sobre una plataforma rocosa desde la que se divisa
(en días claros) el Peñón, el Estrecho de Gibraltar y el Norte de
África, se enclava Castellar Vieja, entre los ríos Guadarranque y
Hozgarganta. Almorávides y Almohades sucesivamente, entre los siglos
XI y XIII fundieron en un solo estado/imperio, el Magreb y las
tierras de Al Andalus, una fusión cultural que fue especialmente
profunda y significativa en la Andalucía nuestra.
Tal como indica su nombre, esta villa
fortificada, construida por los andalusíes en el siglo XIII se
situaba en una posición de frontera, defendiendo la pequeña Taifa
de Algeciras (1013 - 1058). Asimismo, y transcurrido un tiempo desde
la marcha de los musulmanes, fue residencia de los Condes de
Castellar.
Múltiples han sido las culturas que
se han desarrollado en los alrededores, desde la Prehistoria hasta el
Reino Visigodo, aunque la huella más visible la dejaron los árabes.
Los musulmanes iniciaron la construcción de Castellar como un
recinto defensivo en el siglo X. No obstante, su fisonomía actual
fue configurándose entre los siglos XIII y XIV. Durante todo este
tiempo, el territorio que ocupa Castellar fue escenario (uno más) de
las luchas fronterizas entre moros y cristianos, hasta que en 1434
fue incorporada a la Corona de Castilla.
La entrada en recodo, típica de las
fortificaciones musulmanas medievales, está flanqueada por torres y
defendida mediante barbacanas con saeteras.
La planta de la ciudadela es
irregular, adaptada al abrupto terreno sobre el que se asienta, y
está rodeada de un recinto amurallado en el que destacan, por encima
de otros elementos poliorcéticos sus poderosos torreones.
Atravesamos la entrada, y lo primero
que encontramos es el modesto patio de armas, que cumple las veces de
recibidor, y desde él, accedemos al interior de la Vieja Castellar.
Casas blancas, calles estrechas,
macetas y flores, esencia viva de Andalucía.
Del entramado defensivo sobresale el
Alcázar de los Condes de Castellar, con su poderosa torre del
Homenaje al frente.
El alcázar es de origen nazarí y en
el siglo XV se transformó en residencia (palacio y fortaleza) de los
Condes de Castellar, para lo que se añadió la Torre del Homenaje,
característica de los castillos cristianos. Fue también residencia
del Marqués de Moscoso y de los duques de Medinaceli. Tras ser
sometida a una profunda restauración, en la actualidad funciona como
hotel rural.
La Torre del Homenaje, de aspecto
poderoso, presenta planta poligonal, y se articula mediante cubos
cuadrangulares y lienzos.
El "Balcón de los Amorosos" es el rincón más romántico de Castellar.
Varias centurias después de todo
esto, en el año 1971 los vecinos de Castellar Vieja abandonaron sus
casas, dejaron atrás el recinto amurallado y toda su Historia,
descendieron del monte y fundaron una nueva población, ocho
kilómetros más abajo, la Villa Nueva de Castellar. Unos pocos años
más tarde, al finalizar la década (1979) la vieja ciudadela
medieval fue parcialmente restaurada.
En la serranía osmótica, que une (o
separa según se entienda) las provincias andaluzas de Málaga y
Cádiz, surge de la roca la fortaleza de Castellar Vieja. Tierra de
frontera, asentamientos bereberes que dejaron su impronta en aldeas,
pueblos y villas de la comarca. A mitad de camino entre las sierras y
las aguas del estrecho, Castellar Nuevo, homogéneo y ordenado, tiene
aires de pueblo acogedor que quiere ser hermoso.
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