viernes, 22 de enero de 2016

CASTELLAR DE LA FRONTERA.



En el paraje natural de los Alcornocales, sobre una plataforma rocosa desde la que se divisa (en días claros) el Peñón, el Estrecho de Gibraltar y el Norte de África, se enclava Castellar Vieja, entre los ríos Guadarranque y Hozgarganta. Almorávides y Almohades sucesivamente, entre los siglos XI y XIII fundieron en un solo estado/imperio, el Magreb y las tierras de Al Andalus, una fusión cultural que fue especialmente profunda y significativa en la Andalucía nuestra.


Tal como indica su nombre, esta villa fortificada, construida por los andalusíes en el siglo XIII se situaba en una posición de frontera, defendiendo la pequeña Taifa de Algeciras (1013 - 1058). Asimismo, y transcurrido un tiempo desde la marcha de los musulmanes, fue residencia de los Condes de Castellar.


Múltiples han sido las culturas que se han desarrollado en los alrededores, desde la Prehistoria hasta el Reino Visigodo, aunque la huella más visible la dejaron los árabes. Los musulmanes iniciaron la construcción de Castellar como un recinto defensivo en el siglo X. No obstante, su fisonomía actual fue configurándose entre los siglos XIII y XIV. Durante todo este tiempo, el territorio que ocupa Castellar fue escenario (uno más) de las luchas fronterizas entre moros y cristianos, hasta que en 1434 fue incorporada a la Corona de Castilla.


La entrada en recodo, típica de las fortificaciones musulmanas medievales, está flanqueada por torres y defendida mediante barbacanas con saeteras.



La planta de la ciudadela es irregular, adaptada al abrupto terreno sobre el que se asienta, y está rodeada de un recinto amurallado en el que destacan, por encima de otros elementos poliorcéticos sus poderosos torreones.


Atravesamos la entrada, y lo primero que encontramos es el modesto patio de armas, que cumple las veces de recibidor, y desde él, accedemos al interior de la Vieja Castellar.



Casas blancas, calles estrechas, macetas y flores, esencia viva de Andalucía.


Del entramado defensivo sobresale el Alcázar de los Condes de Castellar, con su poderosa torre del Homenaje al frente.



El alcázar es de origen nazarí y en el siglo XV se transformó en residencia (palacio y fortaleza) de los Condes de Castellar, para lo que se añadió la Torre del Homenaje, característica de los castillos cristianos. Fue también residencia del Marqués de Moscoso y de los duques de Medinaceli. Tras ser sometida a una profunda restauración, en la actualidad funciona como hotel rural.


La Torre del Homenaje, de aspecto poderoso, presenta planta poligonal, y se articula mediante cubos cuadrangulares y lienzos.


El "Balcón de los Amorosos" es el rincón  más romántico de Castellar.



Varias centurias después de todo esto, en el año 1971 los vecinos de Castellar Vieja abandonaron sus casas, dejaron atrás el recinto amurallado y toda su Historia, descendieron del monte y fundaron una nueva población, ocho kilómetros más abajo, la Villa Nueva de Castellar. Unos pocos años más tarde, al finalizar la década (1979) la vieja ciudadela medieval fue parcialmente restaurada.


En la serranía osmótica, que une (o separa según se entienda) las provincias andaluzas de Málaga y Cádiz, surge de la roca la fortaleza de Castellar Vieja. Tierra de frontera, asentamientos bereberes que dejaron su impronta en aldeas, pueblos y villas de la comarca. A mitad de camino entre las sierras y las aguas del estrecho, Castellar Nuevo, homogéneo y ordenado, tiene aires de pueblo acogedor que quiere ser hermoso.




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