En el año 1091, los
Almorávides que habían desembarcado en la Península Ibérica años
atrás, tenían entre sus objetivos conquistar el alcázar de
Córdoba. En la antigua capital califal vivían el príncipe Fath Al
Ma'mum y su amada la princesa Zaida. Ante los primeros reveses, Al
Ma'mum decide enviar a Zaida y a toda su familia a buscar refugio en
la cercana fortaleza de Almodóvar del Río.
El 28 de marzo el alcázar es finalmente asaltado, y el príncipe muere combatiendo a sus
enemigos. En ese mismo instante, Zaida despertó sobresaltada de su
sueño y subió rápidamente a las almenas, presintiendo en su
interior que algo terrible había ocurrido. Desde lo alto de la
torre, miró hacia Córdoba y pudo ver el caballo blanco de su amado
huyendo en solitario de la ciudad.
Un par de jornadas
después, llegan los almorávides a Almodóvar y encierran a Zaida en
una mazmorra. En la más absoluta oscuridad, la vida de Zaida se fue
apagando, consumida por el dolor, hasta que un día su destrozado
corazón dejó de latir. Cuenta la leyenda, que al amanecer de cada
28 de marzo, el fantasma de la princesa Zaida pasea por el adarve del
castillo, y entre gemidos y sollozos, espera con anhelo el regreso de
Al'Mamum.
Al parecer la historia
es menos trágica. Zaida consiguió abandonar la fortaleza antes de
la llegada de los invasores almorávides, y encontró refugio en
Toledo y esposo en Alfonso VI “el Bravo” rey de León.
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