Ethelwolf, literalmente
“Lobo Noble” fue rey de Wessex, uno de los pequeños reinos en la
que estaba dividida la Inglaterra anglosajona en los albores de la
Edad Media. Precisamente Ethelwolf, hijo de Egberto y Redburga, vino
al mundo en un tiempo que Wessex comenzaba a demostrar su supremacía
sobre los otros reinos de la Heptarquía. Ethelwolf, más piadoso
que guerrero, sucedió a su padre en el trono, y mantuvo las hechuras
de su reino como buenamente pudo.
A pesar de su fama de
hombre religioso, Ethelwulfo se puso al frente de sus hombres para
rechazar una peligrosa incursión vikinga. Esta victoria le hizo
ganar prestigio ante el resto de Europa, pues fue capaz de triunfar
donde otros habían fracasado; detener a los salvajes hombres del
norte.
Acto seguido, aprovechó
la estabilidad obtenida, para peregrinar a Roma. Visitar la Ciudad
Eterna y la Corte Pontificia fue siempre una de sus ambiciones. De
regreso a casa, paró en la corte de Carlos el Calvo, que entregó a
su joven hija, Judit, como esposa. La misma Judith que luego se
fugaría con Balduino Brazo de Hierro.
Tuvo seis hijos. Tres de
ellos, Ethelbaldo, Ethlerberto y Etelredo, le sucedieron como reyes
de Wesse. Un cuarto, Alfredo “el Grande”, se convirtió en el
primer rey de toda Inglaterra.
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