Hablar de los Carolingios, es hablar del Reino de los Francos, que se habían asentado en las Galias y que de la mano del monarca Clodoveo, lograron unificar todo el territorio.
Clodoveo pertenecía a la dinastía merovingia, cuyo nombre procedía del rey Meroveo; uno de esos personajes que vive entre la historia y la leyenda. Al parece, Meroveo, luchó junto a los romanos contra los hunos de Atila.
El Reino Franco durante la época merovingia estuvo unido, pero también estuvo dividido (según épocas). Los reyes merovingios, al igual que tantos otros germanos, tenían una concepción patrimonial del reino. Es decir, el reino era un posesión más, y como tal, la repartían entre sus hijos (de ahí las divisiones).
Desde finales del siglo VII, y principio del VIII, empiezan a tomar fuerza unos personajes dentro del engranaje administrativo del Reino Frando; los mayordomos de palacio. Básicamente tenían dos funciones, controlar la administración del reino y dirigir las tropas en el combate.
Los mayordomos de palacio fueron paulatinamente ocupando el poder del rey. En principio, cada reino, Austrasia, Neustria y Borgoña tenían un mayordomo de palacio. En ese camino se fueron aglutinando las diferentes mayordomías del reino en una misma familia; los Pipínidas. A partir de los años treinta del siglo VIII, esta familia ostentará un gran poder. Los reyes van a seguir siendo los merovingios, pero el poder lo iban a ostentar los pipínidas.
Dentro de estos mayordomos de palacio destacan Carlos Martel y Pipino el Breve.
Carlos Martel adquiere gran prestigio por su victoria en Potiers en el año 732 frente a los musulmanes. Al fallecer Carlos Martel divide las mayordomías entre sus hijos, por el concepto patrimonial del reino.
El segundo mayordomo destacado, hijo de Carlos Martel, es Pipino "el Breve", que junto con su hermano había designado al rey merovingio, Childerico III. Pipino "el Breve" ejercía el poder y el rey tenía poco que opinar a ese respecto. Esta situación llegó a tal punto, que Pipino pidió el apoyo papal, con el objetivo de deponer al rey y hacerse con todo el poder.
El Papa responde que el rey debe ser aquel que realmente ejerza el poder. Ese pensamiento se materializará en la Asamblea de Soissons, en el 751. En esa asamblea, que no deja de ser un golpe de estado, Pipino "el Breve" es nombrado rey de los Francos y Childerico III fue tonsurado y enviado al monasterio de Saint Omer.
La legitimación papal, como no podría ser de otra forma, tenía una contrapartida. La ayuda militar que prestó Pipino al papa frente a los lombardos que estaban hostigando los territorios de la Santa Sede.
En todo este conflicto, existe un documento que tuvo una gran importancia durante la Edad Media: "la falsa donación de Constantino". En el siglo VIII, este documento se tenía por auténtico. Será en el siglo XV cuando se demuestre que había sido una falsificación elaborada por la chancillería papal.
Según ese documento, el emperador romano Constantino, había donado al Papa de Roma unos territorios que recibían el nombre de Territorios Pontificios, que se corresponderían con los alrededores de Roma. De tal manera que la chancillería papal falsificó el documento y se lo presentó a Pipino, para que él los defendiera de la amenaza lombarda.
Los territorios pontificios fueron el germen de lo que con posterioridad serán los Estados Pontificios. Lo único que actualmente de ello es el Vaticano. Posteriormente, el Papado conseguirá un ejército permanente para defenderlos: la Guardia Suiza.
Por tanto tenemos la instauración de una nueva dinastía en el reino Franco, y la intervención de los Francos en el Norte de Italia, que conseguirá detener el avance lombardo.
Al morir Pipino (768) el reino se divide entre sus hijos Carlos y Carlomán. Evidentemente esta división provoca problemas entre ambos hermanos. Cada uno ambicionaba la parte que correspondía al otro. Esos problemas derivarán en discrepancias, que no fueron a más porque Carlomán falleció, y se quedó Carlos con todo el reino. Este nuevo rey Carlos, pasará a la historia como Carlomagno.
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