Año de Nuestro Señor de 1494, una embajada portuguesa llega a Tordesillas, levantando inusitada expectación. En esta casa, se reúnen con diplomáticos castellanos, mapas y cuadrantes, cubren una enorme mesa de madera de roble, trazan cuatro líneas, estrechan sus manos, honorable pacto de caballeros y el mundo conocido (y el que quedaba por conocer), queda dividido entre el Reino de Portugal y la Corona de Castilla. De los desmanes cometidos por unos y por otros no hay noticias, de la pobreza, que aún hoy, atenaza a buena parte de América Latina, no hay culpables, sólo víctimas.
En esta población vallisoletana se reunieron en el año 1494 representantes de los Reyes Católicos y de Juan II de Portugal para negociar los límites de la expansión oceánica de ambos reinos ibéricos. El tratado aquí firmado, Tratado de Tordesillas, modificaba las bulas del papa Borgia Alejandro VI de 1493, España se reservaba para su uso y disfrute la América "descubierta" por Cristobal Colón, mientras que Portugal conseguía la prioridad en el comercio con África y el océano Índico. Ni africanos, ni americanos, ni asiáticos pudieron decir nada este día.
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