Una extraña. por poco habitual, escultura funeraria que representa a Ícaro. Procede de la colonia romana de Emona, actual Ljubliana, y que se expone en el Museo Nacional de Eslovenia. Las almas de los difuntos vuelan hacia los cielos, de la misma manera que lo hizo Ícaro. El famoso arquitecto Dédalo, constructor del Laberinto de Creta, fabricó unas alas con las que poder escapar de la isla. Su hijo, Ícaro, fue el encargado de probar alas y como se acercó demasiado al Sol, la cera que mantenían unidas las plumas de las alas, se derritió y el pobre muchacho se precipitó irremediablemente hacia el mar, perdiendo su vida.
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