Hace 74.000 años la especie humana estuvo a punto de sucumbir y desaparecer de la faz de la Tierra. Un supervolcán situado en Toba, un lago al norte de la isla de Sumatra, entró en erupción, provocando una explosión, cuya magnitud, resulta prácticamente inimaginable.
Las consecuencias fueron un largo invierno volcánico, con bruscos descensos de temperatura, que acabaría afectando a nuestra especie. Staney Ambrose calcula que la población mundial quedó reducida a unas 10.000 parejas reproductoras. Esto podría explicar la escasa variabilidad genética presente en nuestras células. Este tipo de acontecimientos biológicos se denomina "cuello de botella de población".
El ser humano, esa especie destinada a dominar el planeta, y quizá también el Sistema Solar y otras galaxias vecinas, estuvo a punto de irse a pique, como consecuencia de la actuación de la Madre Tierra
No obstante, como toda buena hipótesis científica, también cuenta con detractores. Determinados estudios han intentando demostrar que la erupción de Toba no tuvo un efecto tan catastrófico para la especie humana.
Cierta o falsa, la hipótesis de la catástrofe de Toba, sirve para que no olvidemos cuan delgada es la línea que separa la vida de la muerte, la supervivencia de la extinción, y que por mucho que nos empeñemos, no somos, ni mucho menos, la especie suprema de la creación.
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