En Bretaña, tierra de brumas y
leyendas, de bardos y caballeros andantes, Ankou es obrero y
emisario de la muerte y celoso guardián de los cementerios. Un
cuerpo esquelético, en una mano la guadaña, en la otra las riendas
de su carreta, Ankou recorre caminos, bosques y aldeas en busca de
almas que segar para su señora. Quién lo ve, sabe que le queda poco
de vida. Cuentan los bretones que el último fallecido en una
parroquia se convierte en Ankou durante el año siguiente.
La pared inmaculada
Hace 1 hora
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