Las culturas orientales antiguas, cargadas de exotismo y connotaciones mágicas, mostraron desde sus mismos orígenes una dedicación absoluta por la belleza y la sensualidad. Egipto, tierra cálida, donde el sol de mediodía obliga a los hombres y mujeres al descanso y la contemplación, se forjó una cultura que sublima la belleza, y nada hay más bello que el cuerpo proporcionado y redondeado de una mujer.
Esta escultura de época Ptolemaica, último periodo de la historia del Antiguo Egipto, es un precioso ejemplo de lo que estamos hablando. La figura representa a una mujer que adopta una posición tradicional que sugiere una desnudez, más que latente.
La escultura pudo representar a una diosa, a una mujer de sangre real o una chica plebeya. No obstante su identidad no puede ser conocida, ya que no existen elementos distintivos para ello.
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