Bastardo, aunque
predilecto, este noble portugués, hijo que tuvo Dionisio I de sus
amoríos con Aldonza Rodríguez Talha, fue el ojito derecho de su
padre y aspirante al trono portugués, enfrentando por este motivo
con su medio hermano Alfonso, heredero legítimo. Poco entiende la
afinidad y el entendimiento con la legitimidad y la sangre, y para
Dionisio, el rey labrador, este Alfonso era más válido y capacitado
que su otro hijo, que acabaría reinando como Alfonso IV. Mas la
sangre de Dionisio también corría por sus venas, trovador como su
padre, estuvo a punto de ser declarado heredero, y fue por la
intervención de la reina Isabel, que se pudo resolver el entuerto.
Muerto el rey Alfonso el Bravo ciñó la corona, y su medio hermano
marchó al exilio, y tras varios conatos de enfrentamiento militar,
fue la reina quién se encargó de sentar a los dos príncipes, y que
hicieran las paces. Y lo más importante, el reconocimiento de
Alfonso Sánchez como hijo legítimo de su padre.
Pequeños cuentos centroeuropeos
Hace 1 hora
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